Capitulo 34

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Para Sougo no hubo nada diferente en las palabras del vice comandante; problemático, mocoso arrogante, inmaduro, niño mimado, estas y mas fueron las palabras que Hijikata usó a la hora de sermonear al castaño.

No era la primera y no seria la ultima vez que el chico recibía tal ataque verbal, mientras que Kondo por su parte tomó lo que serían las medidas disciplinarias para hacer entender al de ojos carmesí que ya había infligido demasiado las reglas.

-¿Tienes alguna queja?-Cuestiono Kondo tras dar a conocer su decisión.

-No.-Respondió de manera fría y cortante.

-Retírate.-Ordeno el vice comandante quien prendió un cigarrillo una vez quedaran solo el y Kondo.-¿Crees que sea una buena idea?

-Una semana suspendido y sin paga no suena la gran cosa.-Respondió el de apariencia de gorila.-Pero para Sougo será difícil, el a dedicado casi toda su vida a esta organización, admito que en mas de una ocasión lo consentí y ahora a roto una de las reglas que todos se han dedicado a seguir sobre la marcha.

-Si, traer mujeres a este lugar es una falta de respeto a la organización.

-Si, ademas no puedo tolerar que el trajera a esa chica china sin problema mientras yo me contengo de no traer a mi querida Otae.

-¿Así que solo era eso?-Cuestiono Hijikata lo que eran en realidad los deseos de Kondo.

Mientras el de pelo en v lo regañaba, en su habitación Sougo se encontraba recostado sobre su propia cama. El ser suspendido no parecía tan malo, podía comer en el cuartel, podría dormir todo lo que quisiera, pasear sin tener que hacer absurdas patrulladas podía hacer lo que quisiera sin problema, pero de alguna manera sonaba aburrido si era así de sencillo.

-Que estupidez.-Se quejo para comenzar a cambiar su ropas por algo más cómodo, en lugar de usar su habitual hakama se coloco el que reservaba en caso de convertirse en un ronin, la parte superior era de un rojo intenso mientras que la inferior era de un gris pálido y para no sentir tan simple aquel traje enrollo una bufanda amarilla claro alrededor de su cuello. Tal vez no sería un ronin pero ser suspendido podría hacerlo sentir como si lo fuera. Ajusto su katana y se encamino fuera del cuartel, ignoro cada palabra o mirada dirigida, nada le importaba solo su sed de causar problemas.

Kamui había escapado nuevamente de la nave, se aburría sin hacer nada, lo mejor que podía hacer era disfrutar la comida a pesar de que la Tierra no era la gran cosa debía admitir que sus platillos si lo eran. Ver a tanta gente despreocupada disfrutando de sus vidas le aburría, no podía comprender el como una vida simple les parecía bien.

Un grito a la distancia llamo su atención, la gente no parecía darle importancia, al parecer estaban acostumbrados a ese tipo de situaciones, por un momento pensó en ignorarlo pero cuando el grito de aquella chica volvió a presentarse se encamino hacia el lugar. No lo hacía por tratar de ser un héroe, la situación era diferente, estaba tan aburrido de estar en ese planeta que el golpear a alguien por diversión era una buena opción.

-¡Alguien que me ayude!-Repitió la chica de cabellos oscuros.

-Me temo que nadie podrá ayudarla.-Decía el hombre de gafas y afro.

-Es mejor que escuches al jefe y te comportes.-Añadió otro hombre con afro.

-Por favor ayúdenme.-Murmuro la de ojos cafes cuando vio que estos hombres se acercaban.

-¿No creen que es un poco injusto? ¿5 contra una señorita? No esperaba que aquí fueran tan deshonestos, sin mencionar que esos afros son horrorosos.-Kamui se burlo de aquella pandilla, con una sonrisa llena de cinismo.

-¿Como te atreves a insultar al jefe Inoue?-Reclamo uno de los hombres.

-Denle una lección muchachos.-Ordeno el tal Inoue. Los otros cuatro hombres con afro corrieron hacia el bermellón, quien comenzó a golpearlos, y con solo un par de golpes todos habían sido derrotados.

-Será mejor que no des un paso mas.-Dijo Inoue quien tomo a la chica y le apuntaba con un arma en la cabeza.

-Vaya si que eres un cobarde.-Se burlo el de la trenza sin dejar de sonreír.

-No se quien seas pero es mejor que no te acerques si no quieres que le vuele la cabeza.

-Si vas a disparar solo hazlo.-Comento sin mostrar una pizca de empatía.

-¡Por favor ayúdame!-Dijo la chica de cabello oscuro con ojos llorosos.

-Silencio.-En ese momento se escucho una patrulla y el hombre desvió la mirada por un momento ese fue el momento en el que Kamui corrió y aparto a aquel hombre de la chica tomándolo del cuello. El arma se disparó y esta rozo el brazo del bermellón quien no le dió importancia. Inoue vio el rostro de su opresor y hubo cierto rasgo que se hacía familiar.-¿Quien... eres?-Pregunto pero antes de escuchar la respuesta se desmayó por la falta de aire.

-Solo un visitante.-Contesto con cinismo. Dejo caer aquel hombre y escucho como uno de los criminales se estaba levantando pero este fue noqueado por la chica que corría hacia el; parecía que ni siquiera noto lo que había hecho.

-Muchas gracias.-Decía con una gran sonrisa y ojos brillantes.-Me has salvado realmente te lo agradezco.

-No hice mucho que digamos.-Contesto el chico con su sonrisa falsa; internamente odiaba que aquella pelea no duro ni dos minutos.-Si me disculpa debo irme.

-Espera.-La chica lo tomo del brazo para detenerlo.-Por favor deja que te agradezca.

-No lo hice para obtener algo a cambio.-Contesto liberándose del agarre. Otro de los matones parecía estar despertando nuevamente.

-Insisto por favor.-Decia la chica nuevamente posicionándose frente a el y dejando a ese matón inconsciente sin darse cuenta nuevamente.

-Comida.-Respondió de manera rápida el chico quien comenzaba a sentir hambre nuevamente.

-En ese caso sígueme, esta vez traje algo de dinero conmigo así que no habrá problema.-Nuevamente noqueo a otro de los criminales aquella chica parecía no darse cuenta de sus propias acciones.-Por cierto me eres algo familiar ¿No hemos visto antes?

-No lo creo, soy un visitante.-Respondió el chico con aquella falsa expresión.

-Soy Soyo Tokugawa mucho gusto.-Aquella sonrisa genuina de la chica era tan radiante. Verla pisar aquellos hombres con afro de manera inconsciente causaba cierta curiosidad en aquel sadismo natural que ella desprendía.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora