Capitulo 27

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-¿Se puede saber que haces?-Interrogo el castaño.

-¿Sádico, que haces aquí?-Pregunto un poco confundida.

-Es mi habitación.-Respondió.

-¿En serio?-Cuestiono mirando la habitación llena de flores, podía jurar que la habitación era de alguna joven.-Bueno en ese caso debería regresar a la mía.

-Espera.-La detuvo antes que intentara salir de ahí. Dejo lo que traía sobre una mesita, se aproximo a ella y se dedico a observar esos zafiros. Antes que ella pudiese decir algo tomó el recipiente que sus manos aún sostenían.-Esto es mío.

-Ni quien quiera esos fideos.-Replico y para mala suerte su estómago rugió tan fuerte que él chico que colocaba su comida sobre la silla se percató.

-¿Acaso no comiste?-Cuestiono y Kagura paralizada por la vergüenza negó con la cabeza.

-Si como lo que Anego hizo estoy segura que empeoraré de salud.-Contesto.

-No creó que sea tan malo.-Tras escucharlo decir eso ella fue a su habitación y tomo el recipiente que Otae había dejado, regreso con el castaño y se lo mostró.-¿Se supone que eso es comida?

Unos pasos en el pasillo lo trajeron a la realidad, seguramente era la enfermera realizando sus rondas, con rapidez cerro la puerta y apago la luz, tomó de la mano a la chica y se mantuvieron ocultos en un rincón oscuro.

-¿Pero que...?-El dedo del chico se posicionó sobre sus labios en señal de silencio. Aquel tacto solo logró hacer que la sangre subiera a sus mejillas.

En ese instante la puerta se abrió lentamente dejando a la vista a la enfermera quien se percataba que el paciente estuviese dormido.

-Creí que había alguien despierto.-Murmuró antes de cerrar la puerta.

Al quedar solos de nuevo hubo un breve silencio, ninguno de los dos se movió, al saber lo que sienten por el otro era era algo nuevo y el haberse escondido en ese rincón era una buena excusa para estar cercas. El estómago de la yato rugió nuevamente causando que aquel rubor incrementara para su suerte la iluminación de la ventana no era suficiente para que se notara.

-Creo que iré a dormir.-Sentencio Kagura para apartarse del castaño.

-Espera.-Sougo la detuvo nuevamente.-Quédate y come conmigo.

-¿Que?-No esperaba escuchar aquellas palabras por un momento creyó que se burlaría de ella y presumiría la gran cantidad de fideos que comería, pero había sido todo lo contrario.

El chico tomó lo que había dejado sobre aquella mesita, por un instante considero encender las luces pero eso atraería nuevamente a la enfermera así que las dejó apagadas. Pensaba sentarse sobre la cama pero sería riesgoso que la comida se derramará sobre esta. Se sentó en el piso junto a la cama y la pared con ventana, al menos así podría ver. Kagura se acercó y se sentó frente a él, los fideos frente a ella lucían delicioso.

-Toma.-Le ofreció uno de los dos refrescos, lo tomó dudosa, lo veía acomodar los fideos a su alrededor, dejó los paquetes de anpan que Yamazaki había traído, dejó de manera accesible para los dos las bolsas de fritura picante y busco palillos por suerte habían puesto un par de palillos y cubiertos.-Buen provecho.

-Buen provecho.-Se unió a el. Comenzaron a comer aquellos fideos, por un momento Kagura creyó que estos estarían impregnados en picante, como la vez que el le había ofrecidos unos pastelitos rellenos de salsa, al menos no fue así.

-Parece ser que ya estas mucho mejor.-Señaló el castaño tras verla comer muy animada.

-Ventajas de ser yato.-Alardeo mientras sorbía mas fideos.-Además no te quedas atrás.

-Los milagros de la medicina amanto.-Ambos comían y ya no sabían sobre que hablar, hasta que Sougo quizo saber como es que se siente, no físicamente si no mentalmente.-China; dime como te encuentras.

-La verdad no estoy feliz con lo que paso.-Kagura pudo sentir la seriedad en sus palabras y comprendió a lo que se refería.-Sabía que en algún momento de mi vida perdería el control, se que me dijiste que no fue culpa mía pero yo maté a Kane y eso no cambia.-Una pequeño pausa hizo que el se sintiera mal por no haber sido de ayuda para ella; mientras que ella tomaba el coraje para seguir hablando.-Pero a pesar de ello pienso seguir adelante, tus palabras lograron ayudarme y me siento agradecida por eso así que dejaré de ser una llorona, ya no me lamentaré por ese incidente.

Aquella sonrisa tan radiante hacía que el chico sintiera cierta sensación en el estómago, era una sonrisa que jamás creyó recibir por parte de la yato. La luz de la luna caía sobre ella, aquellos cabellos sueltos daban cierta elegancia a la de ojos azules y las flores que les rodeaban completaban aquella escena.

-¿Que pasa?-Pregunto al ver la sonrisa que se había formado en el, no había dicho nada y eso era extraño de su parte.-Ya dime que te pasa.

-Jamas creí que fueras a ser tú.-Se burló sin entrar en detalles.

-¿Que quieres decir con eso, estúpido sádico?-Refunfuño mientras comenzaba a comer más deprisa.

-Te lo dire después.-Murmuró con aquella sonrisa que la chica estaba logrando sacar de él.-¡No comas como cerdo, china tonta!

Aquella comida había sido agradable para ambos, los fideos no era lo que mas les agradó en ese instante sino la compañía que el otro les hacía era lo que mas les gusto de esa cena.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora