Capitulo 17

103 8 0
                                    

Cuando Abuto llego al taller de Gengai este se encontraba durmiendo sobre su silla. Aquel hombre robusto no dudo en despertarlo.

Al principio el inventor se negaba a reparar su nave obviamente él podría hacerlo sin problemas, pero el trabajar tiempo extra arruinaría su rutina de dormir en horas de trabajo. No fue hasta que el hombre ofreció una buena suma de dinero lo que lo convenció de ayudarlo.

Ambos caminaban a la estación, el viejo Gengai debía de ver la nave para determinar cuánto tiempo le tomara repararla, pasaban por el distrito Kabuki hasta que un hombre de permanente plateada se paró frente a ellos.

-¿Viejo que te trae por aquí?-Hablo con su cara de desinterés.

-Acompaño a un cliente, no todos podemos darnos el lujo de holgazanear como tu.-Gintoki miro al hombre de sombrilla verde que lo acompañaba, sus instintos le decían que era peligroso.

-Mucho gusto soy Abuto.-Se presento el yato extendiendo su mano para saludar. El peli plateado la observo, pensó en ignorarlo cosa que no hizo.

-Sakata Gintoki.-Se presentó para estrechar su mano.-Dígame algo ¿Acaso este viejo lo estafó?

-Como dices esas cosas frente a un cliente. Yo no ando yendo a tu negocio a hablar mal de ustedes a pesar  que no saben hacer nada mas que cobrar.

-Lo dices como si fuera culpa mía , yo no tengo la culpa que Shimpachi y Kagura no sepan hacer tareas tan simples.-Gintoki pudo observar como el tal Abuto reaccionaba al escuchar el nombre de la chica; definitivamente el la conocía, y por lo mayor que se veía obviamente no era su hermano, tal vez un compañero, pensó.

-Como sea señor Abuto debemos irnos que su nave no se reparará sola.-El de cabello cenizo asintió y solo le dirigió una mirada al peli plateado. Por su parte Gintoki agradecía que el viejo inventor notara el interés y le diera un poco de información.

-¿Quien es ese hombre?-Pregunto Abuto, sus instintos yato le decían que no eran un terrícola ordinario.

-Solo es un samurai.-Contesto el anciano sin darle mas importancia al asunto y así continuaron su camino a la estación.

Cuando el viento sopló Sougo sintió una ligera sensación de frío. Al quitar su antifaz pudo ver que el cielo azul se había teñido de color naranja, incluso la gran ola de calor había desaparecido.

No fue hasta que sintió cierto movimiento junto a el lo que hizo percatarse que no estaba solo. Kagura dormía, al igual que el su ropa se había secado, se veía tan tranquila, se movió recostándose sobre su lado derecho, quedo junto al chico quien sintió el cálido brazo de ella aferrarse a su dorso desnudó.

-Sadaharu...-Dijo entré sueños con una sonrisa. Podía ver como su largo cabello caía sobre su rostro, se veía tan diferente.

-Tan femenina.-Susurró Sougo quien con delicadeza paso aquellos cabellos rebeldes detrás de la oreja de la yato. Admiró su rostro, tan suave y delicado, definitivamente esa chica se había convertido en una delicada flor.

El tacto de los dedos de Sougo le causaron cosquillas sus enormes zafiros se abrieron con delicadeza hasta que estos lo vieron observándola demasiado cerca. Por un momento creyó que se trataba de un sueño, así que le sonrió, por alguna razón ese sueño le gustaba la hacía estar en paz y segura, estar ahí en medio de la nada junto a él, era un sueño que le gustaría que durara mucho tiempo.

No fue hasta que sintió la calidez bajo su mano izquierda lo que la hizo reaccionar, en los sueños  uno no puede sentir el frío o calor, apoyo sus dedos y aquel tacto la hizo darse cuenta que ese no era Sadaharu, en lugar del pelaje de su inagumi se sentía una piel suave y bien formada. El sueño la abandonó y pudo ver al castaño mirándole fijamente, lo que su mano acariciaba era el abdomen desnudó de aquel chico que sonreí de manera sádica.

-Quien diría que fueses tan atrevida, china.-Kagura se puso roja de la cara, y se separó rápidamente de él.

-¿Se puede saber que estás haciendo?-Replico.

-Soy yo quien debería preguntar eso, si no lo recuerdas eras tu quien me estaba manoseando.-Contesto con condescendencia.

-Creí que era Sadaharu.-Se puso de pie.-Ademas a ti quién querría tocarte.

-Pues tú.-Contesto con descaro poniéndose de pie el también.

Kagura y Sougo se veían fijamente con molestia en los ojos de ambos. El aire sopló nuevamente haciendo bailar aquel cabello largo, Sougo la observó con esa expresión molesta la cual le gustaba por alguna razón.

-Deberíamos irnos antes de que se haga mas tarde.-Comentó cambiando el tema, se acomodó su uniforme ya secó y de reojo pudo ver como la bermellón hacía aquellas dos coletas.

-Se ve mejor suelto.-Dijo dandole la espalda mientras sacudía su chaqueta. Kagura no dijo nada, aquel comentario la hizo sentir un extraño nudo en el estómago de manera agradable.-Toma.

-¿Para que quiero yo esto?-La chaqueta de él cayó en su manos.

-Esta refrescando y si te enfermas no solo serás una china tonta serás una mocuda y a nadie le gusta ver a una mocuda fea.

-Sádico estúpido.-Murmuro y de mala manera se puso la chaqueta, el clima había refrescado mucho y en esos días no podía darse el lujo de enfermase.-Nos vemos.

Kagura salió corriendo de ahí, quería alejarse de aquel castaño cuanto antes. Y aunque la idea de irse corriendo era buena esta no resulto ya que al pisar una piedra su tobillo se torció haciéndola caer a solo un par de metros lejos de él.

Sougo la veía no comprendía como podía ser tan tonta para torcerse el tobillo de tal manera. Se acerco a pasó lento hasta quedar parado frente a la chica que sollozaba ante el dolor.

-Parece ser que necesitas mi ayuda.-Se burlo. Cuando lo miró pudo notar aquella mirada y sonrisa sádica que le distinguían.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora