Capitulo 47

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-Parece que nunca se cansan de pelear.-Decía Shinpachi al ver la puerta destruida.

-Ese par de mocosos debería ser reprendido.-Decía Gintoki mientras secaba el té que había caído sobre su cabello a causa de aquel combate.

-¿En situaciones como esta que debemos hacer?-Pregunto Umibouzu.

-Me temo que en momentos así es mejor dejar que ellos peleen, es algo habitual que llevan haciendo por años.-Comento Shinpachi.

-El chico tiene razón, mejor deja que ellos se maten entre sí.

-No puedo creer que mi hija viva con un hombre tan holgazán.-Juzgó al peli plateado quien ya había sacado su jump.-No queda de otra debemos ir a buscarlos.

-Eso suena aburrido yo paso.-Umibouzu ignoro lo que decía el de la permanente y comenzó a arrastrarlo fuera del lugar.-¡Shinpachi ayúdame!-El de gafas lo ignoró mientras fingió ver como arreglar la puerta.

Con resignación Gintoki caminaba junto al cazador quien se veía serio.

-¿Acaso pretendes acosar a Kagura?-Comento para hacer platica.

-No acepto que mi niña ya creció pero como padre tengo que ser razonable y dejar que viva como quiera.

-Parece que estas tomando la noticia con calma.

-¿No ha pasado nada inusual por aquí?-Pregunto el de bigote ya que desde que llego a sentido una inquietud.

-¿Mas inusual que tu hija saliendo con Okita? No, al menos nada que me corresponda hablar.

-Cuando llegue a la terminal pude sentir una presencia inusual e inquietante. Creí que eran ideas mías ya que de camino tuve que hacer algo de cacería pero cuándo llegue con ustedes aquella sensación desapareció.

-Parece que te hace falta un buen trago.-Gintoki sabía bien a quien se refería, la nave de Kamui estaba en la terminal por suerte no se dejó guiar por sus instintos y fue directo a la yorozuya.

-Ni que me digas. Me gustaría pero esa inquietud volvió cuando estábamos en tu casa y desapareció cuando ese par se fue.

-De seguro lo que sentías fue a aquel par, no dejes que tu naturaleza te engañe.

-Vaya pero si es Gin-san.-Otae se encontró con aquel par. Gintoki trato de esconderse detrás del cazador ya que sabía que aquella mujer no dejaría de molestarlo por no querer aceptar un trabajo. Otae tumbo al peli plateado de una patada mientras sonreía falsamente.

-Otae-chan tiempo si verte ¿Que te trae por aquí?-Disimulo mientras temblaba de miedo.

-¿Conoces a la señorita?-Pregunto el cazador al ver a aquel hombre ser humillado.

-Es la gori... digo hermana de Shinpachi.

-Shimura Otae mucho gusto.-Se presento.

-Soy el padre de Kagura, Umibouzu.

-No esperaba verlo junto a este bueno para nada.-Dijo mientras pateaba al peli plateado.-¡Creí que estarías muy ocupado como para aceptar mi oferta!

-¡Dijiste que cuidarías de mi hija no que la entregarías a un policía sádico!-Se unió a patear al samurai.

Umibouzu hubiese continuado pateando a aquel adicto al azúcar de no ser por la inquietud que sintió, la cuál se convirtió en la presencia de un ser amenazante, podría ignorarlo y tratar de ser un simple visitante pero sus sentidos no lo dejaban estaban muy alertas, podía sentir que se trataba de un yato y aquella sensación provenía de la dirección de aquel rastro de destrucción que su hija había creado por pelear con el policía.

-¡Oye espera no me dejes!-Pidió Gintoki quien continuó siendo golpeado por la castaña.

Ver a Kagura ser golpeada de tal manera causaron un inquietante resentimiento en el cazador. Su hija no debía de ser tratado así mucho menos por aquel quien se supone es su sangre. Umibouzu corrió a atacar a su primogénito quien bloqueó el ataque de su padre con su sombrilla.

-Finalmente podré dar fin a tu miserable existencia.-Comento el bermellón.

-Eres un ser despreciable.-Respondió el de bigote.

Ambos comenzaban a pelear, patadas, puñetazos e incluso ataque con la sombrilla eran bloqueados sin cesar. Sougo quien veía la escena sin poder creer aquel nivel de combate se ponía de pie a pesar de sentir dolor por el golpe recibido anteriormente.

-Kagura.-Se arrodilló donde ella yacía inconsciente, la sangre salía de su boca, nariz e incluso oídos. Verla así lo hacía sentir mucha impotencia y rabia hacia el bermellón, pero incluso aunque quisiera interferir en aquel combate su cuerpo le decía que no debía, su mente podía estar preparada con aquel pensamiento pero su cuerpo sabía que si se unía a aquel combate puede que sea el último que tenga.-Kagura, Kagura.

Aquel par de zafiros reaccionaron ante el llamado del chico, el cielo nublado fue lo primero que divisó, podía sentir el suelo bajo su cuerpo, y luego visualizó a quien la llamaba, sus ojos carmesís parecían angustiados sin mencionar  que un par de lágrimas se habían escapado de esos rubíes.

Se sentó con dificultad, podía escuchar un zumbido en ambos oídos, se sentía aturdida, el dolor punzaba en todo su rostro y un poco en el abdomen, los arboles a su alrededor habían sido destruídos pero eso no importaba ya que solo podía ver a ese par pelear.

-¿Papi, Kamui?-Sintió dolor en el estómago, lo que tanto quería evitar estaba ocurriendo frente a ella, ambos peleaban sin cesar, podía ver en sus miradas que estaban decididos a continuar ese combate hasta que su oponente termine sin vida, aquel era un combate yato donde su voz no tiene valor alguno.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora