Capitulo 25

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No eran mas de las tres de la madrugada cuando despertó en aquella oscura habitación. Podía sentir cada músculo de su cuerpo adolorido, y a pesar de estar a oscura podía identificar una sala de hospital, ya sea por el sonido de las maquinas, la intravenosa en su brazo o por ese aroma antiséptico e higiénico que impregna cada rincón del lugar.

No tenía recuerdo alguno de como llego ahí, pero si de lo último que hizo antes de perder el conocimiento y fue el haber consolado a la chica de ojos azules.

-No llores, no fue culpa tuya.-Murmuró en su oído.

-Pero yo lo mate.-Contesto en voz baja y entre sollozos.

-No fue culpa tuya.-Continuó diciendo, sin soltarla deslizó su mano para tomar la mano de ella. Esta aún seguía impregnada en sangre a lo que trató de limpiarla con su manga.-Tu no tienes la culpa de nada, el haber perdido así el control no es tu culpa, muchas veces es imposible controlarse, y tu has sido muy fuerte logrando controlar ese lado. A pesar de que tu manos fueron las qué tomaron su vida eso no te convierte en mala persona ya que no fue tu bella alma quien lo hizo ya que esta estaba cautiva.

Escucharlo decir aquellas palabras la hicieron calmarse un poco. Por un instante quizo separarse de él para ver aquellos ojos carmesí, pero el no se lo permitió la seguía abrazando. Sus lágrimas seguían saliendo pero ya no tanto como al principio.

-Me alegró que vuelvas a ser tu, Kagura.-Su nombre fue un susurró suave y poco audible, la fuerza que la sujetaba se fue desvaneciendo, se separó de el para ayudarlo a mantenerse y pudo notar una ligera sonrisa, tan suave, tan dulce sin malicia en ella, era la sonrisa que su nombre había dejado en el.

Mencionar esa clase de cosas no es algo que el suela decir, no es común en el pero no podía evitarlo si se trataba de la chica de cabello bermellón. Aquel combate aún estaba presente e incluso las palabras que el le había dicho para hacerla reaccionar. Sus dudas sobre ella se habían aclarado durante ese combate, no quería perderla, no quería que saliese herida, no quería verla sufrir en ese momento ni en cualquier otro, ella había dejado su marca en el, de manera inesperada fue cautivado.

-Hermana.-Habló como si Mitsuba estuviese ahí cuidando de él en ese momento.-Parece ser que me gusta esa china tonta.


Conciliar el sueño en aquel lugar no era fácil para ella, todo estaba tan tranquilo lo único que le molestaba mas era el olor a antiséptico. No importaba lo cansada que estuviera o lo adolorido que su cuerpo se sintiera, para ella ese lugar era su repelente anti sueño.

Para mantenerse distraída repetía en su cabeza la pelea con el Oni, de nada servía hacerlo ya que el pasado no puede cambiarse, aunque era inevitable era la primera vez que mataba a alguien, por mas que repetía esa escena sus ojos cada vez dejaban de dudar y las lágrimas ya no salían. Esto se debía a que se repetía las palabras que el castaño le había brindado antes de perder el conocimiento.

Aquellas palabras habían logrado grabarse en su mente, con ellas Sougo había podido ayudarla a comprender que no era culpa suya. El realmente la había animado y no solo eso, el recordarlo diciendo eso la hacía sentir muy feliz, su corazón se acelera cada vez que las recuerda y sus mejillas arden. Para ella el siempre a sido un dolor de cabeza y un roba impuesto, pero tras los sucesos que han estado pasando esos días logro comprender que de alguna manera habían emergido sentimientos que jamás creyó que sentiría por el.

-Parece ser que me gusta aquel estúpido sádico, mami.-Dijo viendo la silla del rincón imaginando que su querida madre estaba ahí para escuchar sobre su interés amoroso.

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