Lealtad a lo que es el Amor

Día 29: Tiempos de sosiego

Disclaimer: los personajes no son míos, solo mis alocadas ideas.

Inspirado en un fic Helsa.

Secuela del fic anterior

Disfruten.

{-}

9:00 AM, Valentine.

Otro día más de calma en el pueblo de Valentine y después de la pelea que hubo en la cantina.

Leopold regreso al pueblo pero está vez ingresó al Keane's The Saloon, el cual era el bar más pequeño y simple que el mismísimo Smithfield.

Una diferencia destacable era que el Keane's tenía tatuador profesional para que en caso de que un cliente quisiera un tatuaje, se le pudiera brindar como una experiencia cercana a la de un bar de élite.

Una vez estuvo en el sitio y se acomodó en la barra, colocó una moneda y luego el mismo Leopold le pidió al tabernero – Solo dame un trago, rápido– ordenando whisky de inmediato.

Mientras disfrutaba de su trago el chico bigotudo, en ese instante apareció un muchacho de piel morena, algo delgado y con gafete de nombre Facilier, quién se le acercó por detrás y sin dudarlo le acabo narrando – No se ven caras nuevas por aquí a menudo. Antes está era la única cantina de Valentine, y por lo que sé, se alude como la mejor. Hasta que abrieron esa monstruosidad moderna de Smithfields por el año de 1890. Este pueblo no necesita dos cantinas, no podemos hacer comparaciones con El Patito Modosito de Alemania, pero en fin, que se la queden todos esos finolis. No quiero que beban cerca de mí. Yo en lo personal estoy bien aquí, muchas gracias–.

En tanto concluía y se retiraba el chico moreno de pronunciada mandíbula, inmediatamente apareció en unos cuantos segundos otro joven.

Dicho muchacho de cabello elegante, de origen latino y de nombre Mariano, justamente y cuando lo vio al bigotudo, se emocionó muchísimo y le acabo expresando – Oiga, usted es el tipo que se enfrentó a Patchy, ¿Verdad? Hombre, fue una pelea tremenda, y además se dieron sin trucos sucios. Excepto cuando él lo lanzó por la ventana de esa manera. No sé si lo ha visto desde entonces, pero no está bien. La luz está encendida, pero no hay nadie en casa... Pero, como dije, pelearon de forma limpia y así terminan las cosas a veces. En fin brindo por usted, señor. Dejaré que disfrute de su bebida–.

En tanto se retiraba también el chico colombiano por la salida, apareció en ese sitio una joven de melena rubia de nombre Astrid, solicitando un tatuaje – Quiero un tatuaje. He ahorrado mucho por el– en tanto señalaba su brazo la chica, en ese instante el tatuador que también fungía como tabernero, la interrogó con aburrimiento mientras limpiaba unos tarros – Claro, ¿Cómo va a ser?–.

Siendo directa la joven Astrid, le expuso como quería que fuera su marca – Un dragón metálico con llamas y...–.

En tanto se levantaba la manga de la camisa y le enseñaba su delgado brazo al joven, grande, moreno, algo gordo y tatuado tabernero de nombre Maui, este se alteró sin poderle responder a la joven.

Y más aún cuando escucho un estruendo sumado a un percance hecho por dos chicas afuera de la cantina – ¿Qué pasa allá afuera?–.

Girando su cabeza para ver a su novia, Moana, (la cual parecía su hermana en lugar de su novia) rápidamente le ordenó que se fijará afuera del recinto – Moana, ve a ver que demonios está sucediendo allá afuera–.

Acatando su orden de su enorme y corpulento novio, la chica morena inmediatamente se asomo para observar que era lo que estaba sucediendo afuera.

Una vez miró incrédula el lugar donde se había producido el percance, descubrió que se trataba de sus amigas Carla Delgado y Elsa Arendelle, las cuales se estaban peleando por sus diferencias.