La primera semana la paso casi en automático. De casa al trabajo, del trabajo a casa a Luc para pintar, de casa de Luc a la mía y de allí a nuestro parque.
Golpes, hambre, pesadillas, lágrimas, culpa, ojos azules, cabello rubio.
La segunda fue más dolorosa. Las ganas de ir y abrazarla, más fuertes.
La tercera me encuentra llorando con la cabeza sobre en regazo de Norah.
Carajo, ¿esto es lo que se siente cuando te rompen el corazón? ¿Así duele? Porque no quiero sentirlo. Quiero arrancarme el puto corazón del pecho y tirarlo a la basura.
—No voy a decirte que todo estará bien porque no lo sé pero… la vida trabaja a su modo —me dice en voz baja—. Eso es algo que aprendí con los años. Y su modo a veces no es mejor pero funciona. Si tú y esa muchacha están destinados a ser algo más, lo serán. No importa si es hoy, mañana, o dentro de diez años. Simplemente sucederá.
—¿Y qué si no? ¿Qué si… si esto es el fin?
Norah suspira con pesar.
—Si esto es el fin, al menos sabes que lo intentaste.
Tardé mucho en decidir si contarle lo que sucedió entre Emilie y yo pero ya no podía más.
Sentía que me estaba ahogando y que moriría si no hablaba con alguien.
—No creo que estemos destinados a nada —murmuro luego de un largo rato.
—¿Por qué no?
—Ella… tiene razón. ¿Cómo podría estar con alguien como… yo?
Norah frunce el ceño con una sonrisa dulce y confundida en los labios.
—¿Un muchacho amable, comprometido, trabajador y guapo? Claro, el peor castigo que existe.
—Me refiero a… Somos tan diferentes. No encajo en su vida. Ella nació para brillar y yo…
—Tú también vas a brillar, mi niño. —Su voz es pura convicción—. No tengo dudas de eso.
Trago saliva, sabiendo que no puedo decirle lo que realmente pienso sin contarle lo de mi padre y todo lo que sucede desde el día del accidente.
Salgo de la casa sintiéndome ligeramente mejor. Un poco más despierto. Y determinado. Hoy es su cumpleaños. Y aunque me duele no poder abrazarla y felicitarla, no voy a negarme el gusto de regalarle algo. Así que me apresuro a llegar a su casa, dejar el cuadro en el suelo junto con una nota, tocar el timbre y huir. ¿Es cobarde? Tal vez, pero sé que le daría un infarto si me viera en su casa. Ahora solo me queda esperar a ver si lo que dijo Norah es cierto y el destino decide mover sus fichas a nuestro favor.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que las estrellas dejen de brillar
RomancePara todo el que la mire, Emilie Ainsworth es perfecta. Pero Emilie odia todo sobre ella, así que finge. Finge que no le duele que su madre nunca vea nada bueno en ella. Finge que ama a su novio. Finge que ya no le gusta el arte. Finge que no está m...