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Estoy vivo

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Estoy vivo.

¿Por qué estoy vivo?

Un médico ingresa al lugar donde estoy. Una habitación de hospital. Habla. Explica cosas a las que no les presto atención.

¿Por qué estoy vivo?

No quiero estar vivo.

Recuerdo que bajé a buscar agua y cuando pasé por la sala vi a mi padre en el sofá. Creí que dormía pero entonces noté que su pecho no se movía. El mundo dejó de tener sentido. No lloré. No pude hacerlo. Pero sí comencé a temblar.

«Muerto, muerto, muerto. Está muerto. Es tu culpa. Tu culpa».

Las voces en mi cabeza no paraban de decirlo. Lo gritaban. Quería que se callaran.

«No mereces vivir. Mataste a tu madre, mataste a tu hermana, y ahora tu padre también está muerto. No mereces vivir».

Fui al baño, cerré con llave, tomé una cuchilla de afeitar y estuve a punto de cortarme las muñecas cuando su nombre vino a mi mente. No podía irme así. Se culparía, y yo no quería eso. Así que le envié un audio. Una decisión cobarde. Luego volví a tomar la cuchilla y pasé el filo por mi piel. Lo último que recuerdo es el frío del suelo y la calidez de la sangre deslizándose por mis muñecas.

Creí que al fin iba a morir. Que no volvería despertar. Que, tal vez, podría volver a verlas. Pedirles perdón. Pero sigo aquí. Maldición, sigo aquí.

—¿Mi padre —digo con voz ronca, interrumpiendo al doctor— está muerto?

Su mirada se llena de compasión. Lo odio.

—Sí. Tuvo una sobredosis.

Asiento, mirando las vendas en mis muñecas.

No siento nada. ¿Por qué no siento nada?

—Tuviste suerte de que tu amigo te encontrara a tiempo —suelta, como si eso fuera a hacerme sentir mejor.

Claro. Luc tenía que salvarme, ¿no?

—En fin, más tarde vendrá una psicóloga a verte y seguramente mañana puedas irte. Debes cuidar mucho esas heridas para que los puntos no se suelten, ¿está bien? ¿Te gustaría ver a alguien? Tu novia parecía bastante preocupada. ¿La dejo pasar?

¿Mi...?

Emilie.

Pese a que la extraño y mi corazón se comprime en mi pecho ante la idea de ella allí afuera esperando noticias, niego.

No quiero que me vea así.

No quiero ver a nadie.

No quiero existir.

Un psicólogo viene a verme horas después

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Un psicólogo viene a verme horas después. Me hace decenas de preguntas sobre mí y sobre mi padre, preguntas que ignoro completamente. No quiero hablar, no quiero ver a nadie, solo quiero dormir. Quiero olvidar que sigo aquí. Quiero dejar de sentir este dolor que oprime mi pecho. Quiero morir.

Desde que mamá y Sophie murieron, eso es lo que más deseo, y estoy cansado de fingir que no es así. Quiero morir.

Nadie —además de las enfermeras— viene a molestarme hasta el día siguiente, cuando me avisan que podré irme a mi casa

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Nadie —además de las enfermeras— viene a molestarme hasta el día siguiente, cuando me avisan que podré irme a mi casa. Mi casa...

Luc entra poco después, con expresión agotada y asustada. Me golpea, porque él nunca se deja ver así. Puedo contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que vi a Luc así de vulnerable y me sobrarían dedos.

Al principio, no habla, solo se queda ahí, mirándome. Luego hace algo que me sorprende: me abraza. Me quedo quieto por un momento, demasiado sorprendido como para reaccionar, pero luego envuelvo mis brazos a su alrededor.

Luc, que ha estado para mí desde los 9 años.

Luc, que no me dejó solo luego del accidente, a pesar de que le supliqué que lo hiciera.

Luc, que es mi hermano. No compartimos sangre pero no lo necesitamos. Nuestro vínculo va más allá.

—Estaba tan asustado —murmura con la voz rota—. No puedo perderte, Den-Den, no a ti.

Un nudo se forma en mi garganta.

Quisiera poder decirle que no me perderá, que estaré siempre con él, pero no puedo, porque todo lo que deseo es dejar de vivir.

Se aparta y me mira con ojos llorosos.

—Sé que estás sufriendo. Sé que sientes que no hay salida de ese agujero negro. Pero la hay. Te aseguro que la hay. Y la encontraremos juntos. No te dejaré solo.

—¿Y qué si quiero estar solo? —Mi voz suena vacía.

Luc traga saliva.

—Entonces me aseguraré de que sepas que estoy aquí, listo para darte mi mano cuando la necesites.

Hasta que las estrellas dejen de brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora