Cuando despierto, siento el cuerpo de Emilie pegado al mío. Y es la mejor sensación del mundo. Incluso mejor que sus besos.
Aún está dormida así que me permito tomarme mi tiempo para observarla. Tiene el cabello hecho un desastre y la sábana que cubre su cuerpo se bajó un poco en algún momento de la noche así que se ve la curvatura de sus pechos.
Joder, es hermosa.
Estos últimos meses han sido una montaña rusa de emociones. Pero lo mejor de todo es que Emilie se ve más saludable. No como cuando la conocí pero sí mejor. Ha ganado algo de peso, su piel tiene un mejor color y aunque hay días donde se siente mal ya no pasa tanto como al principio de este camino.
Emilie se remueve y abre los ojos. Me ve y sonríe, adormilada.
—Buenos días —dice y yo siento que el pecho me va a explotar por tenerla así, aquí, conmigo. Por todo el amor que siento por ella.
—Buenos días, rubia.
Se apoya en el codo para darme un beso.
—Me gusta esto.
—A mí también.
—No quiero salir de aquí en todo el día.
—Mmm eso no se va a poder. Quiero que me acompañes a un lugar.
Sus cejas se elevan con sorpresa.
—¿A qué lugar?
Sonrío.
—Ya verás.
Horas después, estamos frente a una tienda de tatuajes.
—¿Te vas a tatuar? —Mi rubia suena incrédula.
—Sí. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo. Y quiero que me acompañes.
Entramos y nos encontramos con Alex, un tipo que conocí hace unas semanas cuando acompañé a Luc a tatuarse.
—¡Aiden! —Me sonríe— Es bueno verte.
—Lo mismo digo, Alex. Ella es Emilie, mi novia —joder, qué bien se siente decirlo—. Emilie, él es Alex.
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Hasta que las estrellas dejen de brillar
RomansaPara todo el que la mire, Emilie Ainsworth es perfecta. Pero Emilie odia todo sobre ella, así que finge. Finge que no le duele que su madre nunca vea nada bueno en ella. Finge que ama a su novio. Finge que ya no le gusta el arte. Finge que no está m...