(Este extra ocurre cronológicamente unos 8 años después del último capítulo).
Termino de acomodar mi cabello y me miro al espejo, dando un último repaso a mi disfraz de la princesa Aurora. El vestido rosa cae hasta mis tobillos con gracia, haciéndome ver como una verdadera princesa. Intenté que mi cabello se viera lo más parecido posible al suyo, y creo que hice un buen trabajo.
—Estás preciosa —murmura Aiden.
Volteo para verlo apoyado en el marco de la puerta con los ojos oscurecidos.
El aire se atasca en mi garganta.
Tiene un disfraz de príncipe en tonos azules. Se ve como salido de un cuento de hadas. De mi cuento de hadas.
—Tú no te quedas atrás —respondo, acercándome.
Cuando llego hasta él, pone sus manos en mis caderas y me besa. Los besos con Aiden siempre son buenos. Sabe exactamente lo que me gusta y eso me desarma. Su lengua invade mi boca cuando profundiza el beso y yo suelto un gemido suave.
—Deberíamos ir a ver qué está haciendo Sophie —digo en un jadeo—. Tanto silencio nunca es buena señal.
—Sí, tienes razón —acepta pero no rompe el beso de inmediato.
Cuando lo hace, le regalo una sonrisa antes de ir a la habitación de nuestra hija. Apenas entro tengo que reprimir una carcajada porque está intentando peinarse pero no puede hacerlo sola.
Resopla, molesta.
—Déjame ayudarte —le digo, acercándome.
—No. Las pincesas no deben ayudar a sus hadas madinas.
—Esta princesa quiere ayudar a su hada madrina. ¿La dejas?
Lo piensa un segundo y su boquita se frunce de una manera adorable.
—Bueno.
Tomo el cepillo y comienzo a desenredar los nudos que formó. Mientras tanto, ella canta bien bajito Eres tú el príncipe azul que yo soñé. Está obsesionada con La bella durmiente, creo que es su película favorita, y por eso nos pidió disfrazamos como Aurora y el príncipe. Ella es una de las hadas, Flora.
Nuestra hija es un calco de mí. Tiene mis ojos, mi cabello, mi nariz, pero la personalidad de Aiden. Es perfecta.
Cuando termino de peinarla, le doy un beso en la cabeza.
—Listo. ¿Vamos?
—¡Sí! —exclama con emoción.
Nos encontramos con Aiden en la sala, que nos espera con una mano en la espalda como si fuera un verdadero príncipe.
—Mi princesa —me dice, besando mi mano—. Flora. —Besa la barriguita de Sophie, que estalla en carcajadas.
—¡Papi, basta! —logra decir en medio de la risa.
Aiden se aparta y le da un último beso en la mejilla. Sus ojos brillan cuando la ve.
—¿Vamos a pedir dulce o truco?
—¡Sí, dulce o tuco!
Recorremos el vecindario mientras la acompañamos a pedir dulce o truco. Afortunadamente, nadie se negó a darle dulces. Hubiera sido extraño ver a dos adultos y una niña pequeña tirando papel higiénico a una casa.
Por supuesto que recibimos miradas extrañas por ser dos adultos disfrazados de personajes infantiles pero no nos importa. Sophie está emocionada por ser nuestra hada, no necesitamos nada más.
Cuando ya tenemos suficientes dulces, volvemos a casa. Ayudo a Sophie a ducharse y luego la acompaño a sentarse en el sofá mientras Aiden va a preparar pop corn y yo busco una película infantil con temática de halloween. Le doy algunos caramelos para que coma porque sé que sino va a estar molesta y espero a que él vuelva. Cuando lo hace, con un tazón lleno de pop corn, le doy play a la película.
Sophie ríe todo el tiempo. Tiene una risa hermosa que se escucha por toda la casa y me hace sentir orgullosa porque eso significa que es feliz.
Que la hacemos feliz.
Tanto Aiden como yo estamos orgullosos de la manera en la que la hemos criado hasta ahora, porque es la niña más dulce que alguien pueda conocer.
Nuestra hadita bosteza por segunda vez y restriega su ojito.
—¿Vamos a la cama? —le pregunto en voz baja.
—Pero quero ver como temina.
—Mañana la terminamos. ¿Te parece?
Vacila pero termina asintiendo. Pauso la película y la llevo a su habitación. Una vez que ya está acostada y bien tapada, tomo el libro que estamos leyendo de su mesa de noche y comienzo a leer desde donde nos quedamos.
No tarda en quedarse dormida. Es una niña de sueño fácil. Dejo el libro en la mesa de noche otra vez y vuelvo con Aiden. Él está mirando su celular pero lo deja apenas me ve llegar.
—¿Ya se durmió? —pregunta.
Asiento.
—Estaba exhausta.
Me siento junto a él y lo miro de reojo. Aún no se ha quitado el traje.
—En serio me gusta como te queda eso —admito.
Él muerde una sonrisa.
—Lo sé. Tus ojos tienen esa mirada.
—¿Qué mirada?
—Como si quisieras devorarme.
—Tal vez sí quiera.
Eleva una ceja, divertido.
—¿Debería preocuparme?
—No. Para nada. —Le doy un beso en el cuello, dejando que mis dientes rocen su piel. Él suelta un siseo—. Pero conserva el disfraz.
—Lo mismo digo sobre el tuyo. Tengo buenas ideas para las que podríamos usarlo.
Mi sonrisa crece.
—¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?
—¿Por qué mejor no te muestro? —dice, y me besa.
Definitivamente esta va a ser una noche muy interesante.
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Hasta que las estrellas dejen de brillar
RomancePara todo el que la mire, Emilie Ainsworth es perfecta. Pero Emilie odia todo sobre ella, así que finge. Finge que no le duele que su madre nunca vea nada bueno en ella. Finge que ama a su novio. Finge que ya no le gusta el arte. Finge que no está m...