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Un año antes (la noche en que conoce a Aiden)

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Un año antes (la noche en que conoce a Aiden).

Hay una sonrisa inmensa en mis labios. De esas que te hacen sentir toda la cara tirante.

Hoy les contaré a mis padres que no quiero estudiar administración de empresas sino arte.

Decir que estoy nerviosa sería quedarse corto. Estoy aterrada. Quiero que se lo tomen bien. No podría soportar que no lo hicieran.

Bajo las escaleras esperanzada, sintiendo hoy será el día en el que finalmente comenzaré a vivir, pero mi sonrisa se congela al notar que solo mi madre me espera en la mesa.

—¿Dónde está papá? ¿Y Amelie? —hablo en voz baja, no quiero molestarla.

—John tuvo que quedarse hasta tarde en el trabajo. Hubo un problema con uno de sus socios. Y Amelie está en casa de Elizabeth. Dormirá allí.

Intento no desinflarme.

Se los dije. Les dije que quería que hoy estuvieran todos, que tenía algo importante para decir.

Sacudo la cabeza y me siento.

Está bien. Se lo diré a mi madre y mañana a papá y a Amelie.

Espero a que pase un rato antes de volver a hablar. Mamá parece estar de buen humor pero no quiero confiarme.

—Hay algo... —Me aclaro la garganta—. Hay algo que quería decirte. —Ni siquiera levanta la vista, pero hace un sonido nasal que interpreto como «habla» así que simplemente lo suelto—. No quiero estudiar administración de empresas. Quiero estudiar arte. Estuve investigando y hay muy buenas opciones aquí y...

Me veo interrumpida por una risa. Su risa. No creo haber escuchado a mamá reír jamás, pero ahora lo hace y con ganas. En sus ojos se forman pequeñas lágrimas y, cuando acaba, le falta el aire.

—Ese fue un muy buen chiste —afirma y continúa comiendo.

Me toma varios segundos recuperarme y encontrar mi voz.

—No fue un chiste.

Detesto sonar tan asustada, tan vacilante, tan débil.

Sus ojos se clavan en los míos y yo lucho por no encogerme en mi lugar.

—¿Qué quieres decir con eso?

Trago saliva.

—Que... no quiero trabajar en la empresa. Nunca lo quise. Quiero estudiar arte. Pintar. Y, tal vez, algún día, abrir una galería. Sería muy bonita, tengo unas ideas que...

—¿En serio crees que tú puedes ser una artista? —La manera en que prácticamente escupe la palabra me hiela la sangre—. Por favor, Emilie, deja esos sueños estúpidos y pon los pies en la tierra. Tus pinturas son desagradables. No sirves para eso. —Crac. Mi corazón se rompe, puedo sentirlo—. Hasta ahora soporté que siguieras con esa estupidez porque creí que solo era un pasatiempo ridículo y pronto lo notarías pero se terminó. No quiero que vuelvas a tocar un pincel en tu vida. Tu futuro será exitoso dirigiendo la empresa, no voy a dejar que lo arruines por una tontería.

No me muevo por lo que parecen horas pero en realidad solo son unos minutos.

«No sirves. No sirves. No sirves».

No sirvo.

Mis pinturas son desagradables.

No sirvo.

Mi respiración es un desastre.

Escucho el latir de mi corazón en mis oídos.

Mi madre me mira con aburrimiento antes de pinchar un trozo de carne. Creo que me habla pero no la escucho. Todo lo que hay en mi cabeza son sus palabras repitiéndose una y otra vez.

«No sirves. No sirves. No sirves».

Antes de que pueda pensarlo, ya estoy saliendo de la casa y corriendo sin rumbo.

Hasta que las estrellas dejen de brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora