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Por un segundo, no me muevo, no pienso, no respiro

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Por un segundo, no me muevo, no pienso, no respiro. Luego comprendo lo que está pasando y pongo mis manos en su cintura para atraerla más hacia mí.

Joder.

Estoy besando a Emilie Ainsworth.

Estoy besando a mi rubia.

Los labios de Emilie son suaves y delicados pero hambrientos al mismo tiempo. Sus manos recorren mis hombros y se posan en mi pecho, donde puede sentir el latido enloquecido de mi corazón.

No existe nada más que ella. Nada más que nosotros.

Me besa como si llevara demasiado tiempo deseando hacerlo. Como si no pudiera tener suficiente. Y yo no me quedo atrás. Todas esas noches fantaseando con esto, imaginando cómo sería, se deshacen en humo porque ahora es real. Y no quiero que termine jamás.

Lamentablemente, somos seres humanos y necesitamos respirar. Cuando sus labios y los míos se separan, me siento incompleto, como si ella fuera la pieza que me faltaba para estar entero.

Sus ojos están oscuros, sus pupilas dilatadas. Tiene las mejillas rojas y los labios hinchados.

Joder, yo hice que se viera así.

-Lo... -comienza pero la interrumpo al besarla yo esta vez.

No lo pienso, solo lo hago. Disfruto de sus labios, que bien podrían convertirse en mi cosa favorita en este mundo. Ella no tarda mucho en reaccionar, como si, en el fondo, deseara que la besara.

Siempre dije que jamás sería adicto a nada pero, joder, creo que con solo dos besos ya me volví adicto a Emilie.

Nuevamente, nos vemos obligados a separarnos. Nos miramos, como si no pudiéramos creer que esto acaba de suceder. Absorbemos el momento, temerosos de decir algo que pueda arruinarlo.

-Llevaba tanto tiempo queriendo hacer eso -admito con un hilo de voz.

Sus ojos se iluminan.

-También yo.

Trago saliva.

-¿Hablabas en serio? -pregunto, vacilante-. Cuando dijiste que soy la persona que querrías como novio.

-Por supuesto. -Sostiene los lados de mi cara con sus manos-. Te quiero a ti, Aiden. Lo he hecho durante mucho tiempo.

Un calor inesperado se instala en mi pecho.

-Y yo te quiero a ti, rubia. Creo que lo he hecho desde que te conocí en ese parque y te dejé mi sudadera. Te he querido todo este tiempo y estoy seguro de que te voy a querer por mucho más.

El brillo en sus ojos hace que todo esto valga la pena. Ella hace que todo valga la pena.

-¿Crees que... es nuestro momento? -Se muerde el labio, insegura.

-Si no lo es, lo haremos nuestro -le respondo y me inclino para besarla otra vez.

Llevamos horas en la misma posición

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Llevamos horas en la misma posición. Besándonos, riendo, trazando figuras sin sentido en las manos del otro. Es todo lo que quería en mi vida sin saberlo.

Se siente como un sueño, uno del que no quiero despertar. Aquí, con Emilie en mis brazos, me siento completo, feliz.

-¿Me dejarás ver el dibujo? -murmura mientras acaricia mi brazo.

Mis labios se estiran casi imperceptiblemente.

-Tal vez.

-¿Tal vez?

-Solo si te metes al agua conmigo.

Se queda muy quieta. Su mano detiene su camino ascendente y descendente.

-No tengo bikini.

-No necesitas un bikini. Solo di que sí.

Lo piensa pero acaba asintiendo. Nos ponemos de pie y antes de que pueda dar un paso, la tomo en mis brazos como a una novia. Ella suelta un sonido mitad grito y mitad risa, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.

-¡¿Qué haces?! -chilla-. ¡Esto no era parte del plan!

-Era parte del mío.

Corro hacia el lago y nos lanzo a los dos al agua. Emilie grita y entierra su cara en mi cuello. La sonrisa en mi rostro se agranda tanto que mis mejillas duelen.

Nos hundimos juntos, con sus brazos aún agarrando con firmeza mi cuello, y emergemos de la misma forma.

El cabello de Emilie ahora es uno o dos tonos más oscuro y su sonrisa es enorme. Me golpea en el brazo. Quiere fingir que está molesta pero no me engaña, sé que lo disfrutó.

-Idiota.

-Soy tu idiota.

Su mirada se suaviza y la curvatura de sus labios se vuelve más dulce.

-Sí, mi idiota.

No nos movemos, nos conformamos con mirarnos.

Así no es como esperaba que el día terminara pero, joder, me alegra que así sea porque no se me ocurre una mejor manera que teniendo a mi rubia entre mis brazos.

El miedo sigue ahí, la culpa también, pero estoy harto de luchar contra lo que siento, quiero abrazarlo, quiero sanar, y quiero hacerlo a su lado.

La siguiente hora la pasamos en el lago, riendo e intentando atraparnos. Y cuando salimos, le muestro mi dibujo. En él, ella tiene los ojos cerrados, está recostada contra el árbol y tiene una expresión pacífica que me encanta. Tal vez no sea mi mejor pieza pero definitivamente es mi favorita.

Sus ojos están húmedos cuando me mira.

-Gracias -susurra y une sus labios con los míos en un beso que dice más de lo que podría expresar con palabras.

Hasta que las estrellas dejen de brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora