La casa del lago es una propiedad de mi padre que usábamos antes para relajarnos. Está en medio de la nada, con mucha vegetación alrededor y un lago hermoso a un lado. Siempre fue mi favorita y mi padre dijo que era mía para usarla cuando quisiera. Eso estoy haciendo.
Es un viaje de casi dos horas en auto que Aiden y yo pasamos escuchando música. Se lo ve un poco tenso así que le pregunto si está bien.
-Sí -responde en voz baja-. Es solo que no... no me había subido a un auto desde...
La comprensión me inunda. Estiro la mano y entrelazo mis dedos con los suyos. Él mira nuestras manos unidas e inhala profundo.
-¿Quieres volver? No hay problema si dices que sí. Puedo venir otro día sola.
Lo piensa pero luego sacude la cabeza.
-No. Quiero esto. Solo... estoy un poco nervioso. Estaré bien.
Asiento, algo preocupada.
No volvemos a hablar hasta que llegamos a la casa. En algún punto del camino, apagué la radio y nos sumimos en el silencio absoluto. Aiden se pasó todo el viaje viendo por la ventana con la mente muy lejos de aquí.
Pero ahora ya estamos fuera así que espero que esté mejor.
-En la parte de arriba están las habitaciones -le indico-. Puedes tomar la que quieras.
Él asiente, mirando alrededor.
-Esto es... ostentoso.
-Sí. Mi madre decoró todo. Iré a dejar el bolso y luego tal vez podríamos ir al lago.
-Claro. Me parece bien.
Sonrío y subo las escaleras con él detrás de mí. Entro a mi habitación y veo como él ingresa a la que mi hermana solía ocupar. Dejo mi mochila en la cama y abro la ventana, tomándome mi tiempo para respirar el aire fresco. Hace años que no vengo. Hace años que no me tomo un descanso.
Me volteo hacia la mochila para cambiarme pero esa voz que usualmente me acompaña comienza a susurrar:
«Quédate así. No quieres que te vea en traje de baño. No quieres que vea lo desagradable que eres».
Trago saliva e intento controlar el temblor de mis manos.
Está bien. Está bien. Puedes con esto.
Respiro profundo y abro la cremallera.
«Desagradable. Patética».
Mis ojos se llenan de lágrimas y alejo la mano.
-¿Emilie? ¿Estás bien? -escucho que Aiden pregunta.
Parpadeo para eliminar la humedad en mis ojos.
-Sí, por supuesto. Salgo en un minuto.
Escucho sus pasos alejarse y respiro profundo.
Tienes que calmarte. Tienes que calmarte.
Al final, desisto de la idea de ponerme un bikini y solo me cambio por una camiseta sin mangas y unos shorts.
Al salir, lo veo, con una bermuda oscura y una camiseta del mismo color. Es un poco gracioso porque mi ropa es azul y blanca y la suya es completamente negra. Así somos. Polos opuestos que se atraen.
-¿No te meterás al agua? -pregunta, confundido, viendo mi ropa.
Un nudo se forma en mi garganta. No puedo dejar que me impida respirar.
-Uhm no. Tal vez mañana.
Él asiente, vacilante, y me sigue cuando comienzo a caminar.
El lago es hermoso. Creo que nunca vi algo parecido, con su agua cristalina y los árboles alrededor. Me siento bajo uno de ellos y cierro los ojos, disfrutando de la brisa que mece mi cabello.
Siento la mirada de Aiden sobre mí todo el tiempo pero me obligo a permanecer así, en calma.
Estas últimas semanas han sido una locura y la idea de que puedo estar mal -realmente mal- me aterra. Pero me aterra aún más pedir ayuda. No quiero ser un problema. Así que un descanso de dos días tiene que ser más que suficiente.
Cuando abro los ojos, noto que Aiden está dibujando en una libreta. La curiosidad se apropia de mí.
-¿Puedo verlo?
Él se tensa y se muerde el labio sin mirarme.
-No sé si sea lo mejor.
-¿Por qué no?
-Porque... te pinté a ti -admite sin verme.
-¿Y eso es malo?
Levanta la cabeza y me mira con ojos brillantes.
-Es terrible.
-¿Por qué?
-Porque significa que aún no puedo sacarte de mi cabeza.
-¿Y tú quieres? Sacarme de tu cabeza.
-Sí. -Mi corazón se rompe en mil pedazos-. Porque mereces algo mejor. Alguien mejor. Estoy muy jodido, Emilie.
-Yo no quiero a nadie más. Te quiero a ti -admito, sorprendiéndonos a ambos-. Quiero a mi mejor amigo, a esta persona maravillosa que me hace reír y querer ser digna de su amor.
Su pecho se infla con una respiración profunda y sorprendida.
-Eres más que digna. Eres... -Sacude la cabeza-. Joder, lo eres todo.
-¿Entonces por qué quieres olvidarme?
-Porque solo te traería problemas. Porque no soy el tipo de persona que quieres como novio.
-Eres exactamente la persona que quiero como novio. -Las palabras salen sin dificultad, es una verdad que ya me he cansado de ocultar.
-No digas eso. Yo soy un desastre y tú eres... -Me señala, como si eso fuera más que suficiente- tú.
Frunzo el ceño de inmediato.
-No hables de ti como si fueras inferior, como si no valieras nada.
-Solo digo la verdad.
-Pues esa es tu verdad. Para ti no vales nada pero para mí... para mí lo vales todo -digo, y lo beso.
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Hasta que las estrellas dejen de brillar
RomancePara todo el que la mire, Emilie Ainsworth es perfecta. Pero Emilie odia todo sobre ella, así que finge. Finge que no le duele que su madre nunca vea nada bueno en ella. Finge que ama a su novio. Finge que ya no le gusta el arte. Finge que no está m...