La noche

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El gran día a llegado. Hoy enseñó mis diseños al mundo, y para completar con broche de oro desfiló uno de los mejores . Después de tanto pensarlo, las chicas me convencieron y, como negarme después de todo el apoyo que me han brindado. ¡Ni yo misma me lo creó!.

Solo espero que «Mujer de Fuego» sea una de las mejores temporadas en la historia del modelaje. Tiene mucho que brindar al igual que su diseñadora.

Mi tío llega a casa después de un largo día de trabajo en su empresa.
Él se hizo cargo de mi después de la muerte de mi madre. Una muerte que me costó años superar, su apoyo y amor incondicional fueron los que me ayudaron a salir de ese encierro en el que me encontraba. Ahora, ambos nos cuidamos mutuamente, es mi amigo, padre y el hombre por quien daria todo lo que tengo sin pensarlo dos veces. Nunca me alcanzará la vida para agradecerle todo lo que sacrificó por mi cuando quede huérfana . Mi madre en su lecho de muerte me dejo a su cargo. No tuvo hijos, por lo que soy lo más cercano que tiene a uno. Y aunque estuvo varias veces casado, nunca encontró esa mujer que lo llenará por su completo. «Era lo que me decía cuando le preguntaba».

-—Mi niña, estás preparada para el gran día —- se sienta junto a mi.

-—Uno nunca está preparado tío, mis nervios están de punta -—le muestro mis manos temblorosas.

-—Todo va a salir bien, a sido todo mérito tuyo. Eres tan especial, todo lo que tocas lo vuelves mágico.

Lo abrazo y le doy un beso.

-—Voy a cambiarme -— le digo—. Eso lo aprendí de mi madre.

-—Te espero. No demores.

-—¡Vas a ir!—- exclamó contenta.

-—¡Claro, no me lo pierdo por nada del mundo!-— me dice con felicidad.

Subo a mi habitación y me cambio de ropa. El desfile comienza en dos horas. Recojo lo que me interesa y nos marchamos.

Por el camino mi teléfono suena.
No conozco el número por lo que respondo la llamada.

-—Hola.

-—Roxana, soy yo....¡No me cuelgues!-— responde el hombre que me destrozó el corazón.

-—¡No tengo nada que hablar contigo!—- le digo enojada —.Todo quedó dicho en su momento.

—-Podemos vernos.

-—¿Para qué?. Eso no servirá  de nada, al contrario,  se agudiza la herida  que tú mismo provocaste —. Mi  sangre hierve, tengo sentimientos encontrados y todo por su culpa.

-—Necesito explicarte muchas cosas.

-—Lo siento, pero hoy no puedo.

-—¿Cuándo podemos vernos?-—me pregunta insistente—. Dame otra oportunidad.

—- No se...tal vez ... nunca . Y deja de soñar con oportunidades que no tendrás.

Y cuelgo el teléfono.
Estoy tan enojada que mi tío se da cuenta y detiene  el auto.

-—¿Era él?.

-—Si... ¡no entiendo cómo se atreve a llamarme después de lo que pasó en la boda!. Todavía estoy tratando de levantarme, sobreponerme y él tan calmado , como sino hubiera pasado nada, queriendo arreglar lo que ya no tiene remedio.

«Es cínico , engreído, después de todo por lo que me hizo pasar y viene así tan tranquilo, para querer conversar.¡ Nunca!»

-—No pienses en ello-—mi tío toma mi mano-—. No permitas que arruine tu noche, tu momento. ¡No hoy!.

Le sonrió con tristeza.

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