Con una mirada basta.

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Roxana.

Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, y yo pienso que tienen un poco de razón. Muchas personas a mi alrededor pensaron que se iban a beneficiar de mi amnesia, que nunca volvería a recordar, pero la vida nos juega distintos juegos.  Es como en el ajedrez, si no sabes hacer un buen movimiento la reina muere. Pero este caso es diferente, quisieron jugar con la reina sin saber que ahora le toca a ella usar a sus peones.

Las imágenes vienen a mi mente, y aunque todavía me cuesta un poco entrelazar cada una, este rompecabezas poco a poco voy a lograr almar.

Estoy terminando de arreglarme cuando mi tío irrumpe en mi habitación.

-—Hija, ¿estás segura de lo que haces?

-— Como me puedes preguntar eso.¡ Por supuesto! Estoy más que segura de lo que quiero y de lo que voy a lograr. Después que obtenga todas las pruebas que necesitó, Camilo, va a saber quién es Roxana González.

-— Es que no quiero que te ocurra nada, él es un hombre muy vengativo. No es la primera vez que trata de...

Me levantó y caminó hacia él. Levantó su barbilla y acaricio su mejilla, mirándolo con total seguridad. Quiero que vea que soy una mujer fuerte, que no se amedrenta ante los problemas, que por más que me caiga siempre hallare la forma de levantarme.

-— Tranquilo, nada me va a suceder. Ya no soy la Roxana de antes y eso es lo que él no sabe.

-— Pero me preocupo. A veces eres demasiado impulsiva.

-— Lo sé. Trataré de calmar mis impulsos por esta vez. Sé cómo controlarme.

Terminó de ponerme los zapatos y bajamos las escaleras. El timbre suena y mi tío abre.

-— Buenas noches, señor Vizcaíno -— Brayan, espera en la puerta.

—- Entra muchacho, no te quedes ahí parado.

Él me mira de arriba a bajo y relame sus labios.

-— Roxana-— saluda.

-—Brayan-— respondo.

-— Estás muy hermosa—me encanta su halago.

Se cuanto me desea en este preciso instante, y no lo digo por decirlo. Sus ojos me lo dicen. Me desviste con la mirada. Recorre cada parte de mi deseoso de mis labios. Pero no. No después de lo que vi. Así que tendrá que seguir mirando desde la distancia.
Hoy me vesti exclusivamente para él. Para el hombre que una vez me traicionó y aún lo hace. Para Camilo del Monte. Me vesti elegante y atrevida a la vez. Llevó un vestido de color  negro, largo con detalles de encaje en la parte superior y las mangas. Un pronunciado escote en V. Con una abertura alta en un lado de la falda y unos  tacones de tiras, con el pelo recogido a un lado del cuello.

-— Gracias— contestó sin demostrarle cuánto me afecta su presencia.

-— Podemos conversar un momento.

-— Estoy algo apurada— evitó su mirada.

—- Solo será un minuto. No quiero robarte tú preciado tiempo— se pone en la puerta evitando me el paso.

—- Está bien— me doy por vencida.

Lo llevo al despacho de mi tío. Cierro la puerta y lo invito a sentarse. Estamos solos en esta inmensa habitación, lo peor es que debo disimular lo afectada que me tiene el verlo aquí, pero recuerdo las íntimas fotos que me mostró su ex la otra noche y mis pensamientos cambian.

—- Ya estamos solos. Puedes hablar— pongo mis brazos en jarra.

Él se levanta y camina hacia mi. Sus rostro queda a solos centímetros del mío. Mi respiración me empieza a fallar y con ellas mis manos se vuelven sudorosas. Otra vez está tensión entre nosotros se hace notar, cada vez más fuerte, más dolorosa. «Respira hondo, calma chica ruda».

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora