En tu cama

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Amalia.

Soy una mujer  con todas las letras de la palabra. Una mujer que desprende pasión, erotismo y deseo por cada poro de mi cuerpo. Una vez más demuestro que puedo seducir a cualquier hombre y llevármelo a mi cama con tan solo una mirada. Enrique, no es la excepción y Brayan, esta en mis planes de reconquista.

— Mi fierecilla. Otra vez me has dejado sin aliento.— Enrique, muerde mi trasero.

— Para que veas que no he perdido el toque.— Le guiño el ojo y él sonríe socarronamente.

— Te quiero follar mil veces más y no parar. La verdad no se como soy capaz de aguantar verte con ese idiota— me dice con tono molesto.

— Negocios son negocios mi amor. Sino como nos vamos a dar la vida de lujo que tanto queremos. Recuerda que mis padres me aportan muy poco, casi sobrevivo a gritos de ayuda. Él es nuestra única salida— le tomó el rostro y lo obligó a mirarme.

Después de tener una agradable conversación y dejar el pasado atrás, decidimos darnos otra oportunidad( aunque la verdad solo lo estoy usando, mi amor por él acabó hace mucho tiempo), pero, debe aceptar que por encima de él está Brayan, y por supuesto, para que todo resulte entre los dos, debo completar mis planes. Volverme inmensamente rica para darnos la vida que merecemos, porque pobreza y escapes. Lo siento, pero eso no es lo que quiero en mi vida.

— Eso es lo que me detiene a no partirle su estúpida cara. Ojalá y deje en paz a esa chica y recapacite contigo. Después de la boda viene el luto. Sencillo—.  Se me eriza la piel al escuchar lo maquiavélico de sus palabras.

— Después solo seremos tú y yo.

Llevó mis manos a sus nalgas y se las aprieto con placer. Él me mira incitando me a pecar otra vez, y yo aceptó encantada. Nuestras bocas se unen con un deseo tan salvaje que mi cuerpo lo empieza a pedir nuevamente a dentro.

—¿Quieres que te folle una vez más? — su voz queda atrapada en mi oído provocando una corriente en mi entrepierna.

— Follame las veces que quieras, de las formas que quieras. Hazme tuya como solo tú sabes hacerlo.

—Tus palabras son música para mis oídos.

Me toma por la cintura y me sienta encima de él, quedando uno frente al otro. Lleva su mano directo a mi cuello y lo aprieta con deseo, para luego proseguir con su labios. Todo mi cuerpo responde a cada una de sus acciones involuntariamente. Sus manos recorren mi piel desnuda provocando una electricidad que atormenta mi vagina. Puedo sentir su dura erección tocando mi sexo, y eso me exita mucho más. Aprovechó y muevo mis caderas de un lado a otro como el vaivén de las olas. Enrique, muerde su labio inferior, no me resisto al ver lo que está haciendo y lo muerdo de una forma erótica y sensual.

— Eres todo lo que quiero — dice. — Me haces inmensamente feliz.

Sonrío al escucharlo, aunque la verdad para mí todo esto se ha convertido en puro sexo. Lo disfrutó y mucho, pero sin darme cuenta me enamore de Brayan, solo que soy incapaz de contarle la verdad. No puedo permitirme que me deje sola en plena batalla, él es de gran ayuda en esta guerra.
Utilizarlo a mi favor es todo lo que me queda. Y si para eso debo ofrecerle mi cuerpo, que así sea.

— Dime que me amas — me exige.

Me cuesta mucho pronunciar esa palabra, los sentimientos están de más aquí aunque no me queda de otra.

— Te amo — respondo y a la vez  miento.

Ambos disfrutamos mutuamente de nuestro encuentro, es una terapia para mi cuerpo. Al terminar nuestro segundo asalto en la cama voy directo al baño, abro el botiquín y recojo un pequeño pomo con un somnifero dentro.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora