Buscando una explicación.

29 6 0
                                    

Brayan.

Me despierto totalmente aturdido, no entiendo para nada que hago acostado en este sofá y para colmo, completamente desnudo. Me levanto y todo en mi cabeza empieza a dar a vuelta, por lo que caigo de nuevo sentado en el sofá .

¿Qué mierdas me pasó?

Lo único que logró recordar es Amalia, tomando unas copas e insinuando algo de querer estar conmigo. Cada día me doy cuenta que ella no puede estar estar bien de su cabeza. No se acaba de dar por vencida.
Intento volver a incorporarme por segunda vez, aunque está vez lo hago un poco más lento. Me pongo el boxer, el pantalón y salgo de ahí camino a mi habitación.

Entrar a la ducha y tratar de pensar con claridad es lo que necesitó. El agua está en su punto exacto, me introduzco en ella y dejo que moje cada parte de cuerpo. Apoyo las manos en la pared y agacho la cabeza .

¡Joder!.
¡Esa loca le habrá echado algo a la bebida!.
Mierda, mierda, mierda.

Protesto llevando mis puños a la pared. No puedo creer lo ingenuo que soy, ingenuo no, estúpido, ¡eso sí!
Busco la toalla y me la enrollo en la cintura, dejando mi espalda y abdomen sin secar, necesito refrescar porque es tanta la impotencia que soy capaz ... El móvil suena una y otra vez, más de cinco mensajes hay en el. Me quedo estupefacto al ver fotos y más fotos mías y de Amalia en completa intimidad.

—-¿Qué es esto?—- miro atónito la pantalla del móvil. Las imágenes hablan por si solas o eso es lo que parece—-. Esto no puede ser.

Tomó el móvil y lo lanzó con fuerza contra el suelo, provocando que el mismo se rompa en el acto.

Mierda.

Vuelvo a maldecir. Me visto inmediatamente, agarró las llaves del coche y voy en su búsqueda, pero primero paso a comprar un teléfono nuevo, no puedo darme el lujo de quedarme incomunicado.
Llegó a su apartamento y tocó con rabia y frustración la puerta de madera.

-—¡Amalia!—- la llamo pero no responde nadie. Vuelvo a intentar pero esta vez un poco más fuerte-— Amalia, abre la maldita puerta.

-— Joven, ella no se encuentra—- una señora, sale al escuchar los estruendos que hago al otro lado de su apartamento.

-— No la a visto—- le digo agitado.

-— Hace días que no viene a dormir-— responde haciendo una leve mueca con sus labios.

-— Gracias, y disculpe ...por todo.

Me retiró del edificio y me dirijo a la empresa. ¿Qué se trae esta chica entre manos? Sea lo que sea, no puede ser nada bueno. Cada día es algo nuevo. Es que no puedo bajar un momento la guardia con ella.

Pasó por recepción y es tanta mi irá y malestar que no saludo a la recepcionista, voy directo a mi oficina y me encierro en ella a pensar. Giró la silla quedando de espaldas a la puerta y de frente al gran ventanal que deja ver una vista espléndida, recuesto mi cabeza, cierro mis ojos y trato de recordar.

—- Hijo mío, sucede algo—- mi madre interrumpe sin ser anunciada, como ya es costumbre.

—- Nada. Es que no puedo tener un momento de tranquilidad y soledad. ¡ Tan difícil es!—- le alzó la voz, a lo que ella hace un gesto de disgusto—-. Lo siento, no es un buen día.

-— Ya veo, pero trabajo es trabajo. Llamaron de Milán, quieren los diseños para el festival la semana próxima.

-— Pero madre, Roxana no recuerda nada.

—- Lo sé, por eso quiero que hables con ella, quieren su presencia allí.

-—¿ Y no puedes ir tú en su representación? Contarles lo que sucedió.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora