Engañada

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Camilo.

Una vez más te superaste— me dice  Amalia, entrando  por la puerta de mi despacho con un hombre que nunca había visto.

— Tú tampoco te quedas atrás. Si no fuera por ti, nada de esto habría sucedido.

— No me des las gracias a mi, sino a Enrique, él fue el maestro en todo esto— me pone al tanto.

Ambos se sientan frente a mi. Hay algo en este hombre que provoca que  se me erice todo el bello de mi cuerpo. Su mirada es fría, calculadora y oscura. En su mano izquierda tiene un tatuaje en forma de Escorpión que llama bastante la atención. Su pelo castaño claro lo lleva alborotado, es como si desconociera el peine.

— Así que Enrique. ¿ Y de dónde eres?— preguntó, ya que otra persona involucrada en nuestros asuntos.

— Importa— responde con arrogancia.

— Ya que estas haciendo los trabajos sucios de Amalia, creo conveniente saber quien eres. No me agra trabajar con desconocidos— aclaró.

— Con que yo sepa es suficiente — se entromete Amalia—. Es de confianza,  tranquilo. Te traje algo.

Saca del bolso un frasco de pastillas y las pone sobre de la mesa.

—¿Qué son? — preguntó mirando el contenido del mismo.

— Pastillas para dormir. Debes lograr que Roxana se tome una cada mañana. Así la tendrás sedada y dormida. Nos facilitará el trabajó.

—¿Para qué?.

— Eres estúpido — musita y a mi me hierve la sangre —. Para que no logré recordar, su cerebro no trabaja y así... — abre sus brazos a cada lado.

— Tienes razón. No había pensado en eso.

— Tú no piensas corazón.

—¡Amalia, no te excedas! —exclamó enojado.

No me gusta para nada cuando se vuelve prepotente y autosuficiente.

— Solo digo la verdad, si te gusta o no es problema tuyo, así que te aguantas.

—¿Y que piensas hacer tú?

— Mucho... demasiado... lograr recuperar a mi amor cueste lo que cueste. Con esa idiota fuera de mi camino, todo es más fácil.

— Eso piensas. Brayan no es imbécil. Y si se entera de...

— Se no sé va a enterar de nada. Enrique hizo su trabajo demasiado bien. No lo logró matarla, pero que perdiera la memoria. ¡ Wow! Eso fué maravilloso — dice exaltada.

— Gracias por la parte que me toca— responde el susodicho.

— ¿ Y ahora que hacemos?— preguntó.

— Ahora...

Después de pensar cuidadosamente en nuestro próximo plan se marchan.¿ A donde? La verdad me importa una mierda con quien se revuelca o hacia donde va,  mientras siga ayudándome a conseguir lo que quiero, lo demás me vale madre.

Vuelvo a mi trabajo y me concentró en mis papeles hasta que vuelven a interrumpir. Odio cuando eso ocurre, me saca de mi zona de confort. Si fuera por mi tendría a mi secretaria a cien metros de distancia y lo mejor sin el dicho aparato eléctrico ( el teléfono). Pensándolo  mejor, con el teléfono fuera de servicio para mí es suficiente. Esa mujer es un refrescante para mí cansada vista.

— Señor, lo busca un jóven llamado Raúl — me informa mi sexy secretaria.

— Hazlo pasar. ¡Ah! — la detengo antes de marcharse— cuando todos se hallan ido, quiero tener una reunión  a solas contigo — le guiño el ojo y ella se ruboriza.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora