Un engaño más.

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Roxana

—¿Estás segura de lo que estás haciendo?— mi amiga me interroga en cuanto terminó de probarme el nuevo vestido de novia.

— Sí. Nunca he estado tan segura de algo en mi vida, como ahora— respondo.

— Pero...

— Pero nada, Elena. Después de tanto tiempo sufriendo y haciéndome sentir miserable y culpable de todo, llegó la hora de hacerlo pagar— me bajó del probador y me miró en el espejo.

— Ay, creo que voy a llorar— Richy, saca un pañuelo de su chaqueta y se limpia los ojos. Pareces una princesa — alega.

Desde el reflejo del espejo le regaló mi mejor sonrisa, aunque nada de esto llegué a pasar.
El vestido es hermoso, el buen gusto de Camilo por las cosas elegantes y finas,  su manera de complacer a cualquier mujer con esos pequeños detalles que algunos hombres ni cuenta se dan de ellos, fue lo que más me atrajó de él en su momento. Ahora, ahora solo veo un obsequio vacío sin nada que ofrecer, una prenda más en el guardarropa, algo que va a quedar a medio terminar. Que a lo mejor nunca se llegará a usar.

Recuerdo cuando nos conocimos, fue en un pequeño bar, a la salida de la ciudad. Elena y dos amigas más, una llamada Raquel, morena, de ojos color avellana, un hermoso pelo ondeado, delgada, por cierto en aquel entonces modelo, hoy, tiene su propia compañía y vive en Europa, hace tiempo que no hablamos, eso suele suceder. Y por otro lado estaba Valeria, una chica de tez blanca, ojos negros, un largo cabello crespo que cuidaba con su vida, ni muy gorda ni muy flaca, yo diría que a la justa medida, ella le gustaba cantar, tenía hasta un pequeño grupo. Tiempo después se casó, tuvo dos hijos y se mudo a Canadá. Ahora no solo canta, también es muy reconocida como compositora. Estábamos las cuatro en la barra, disfrutando de unos deliciosos daiquiri cuando él entro acompañado de tres hombre guapos y bien vestidos. Nuestras miradas se cruzaron al instante, fue como una chispa que se encendió al momento. Es como saber que existe una conexión invisible entre los dos, y que desde ese preciso minuto se volverán uno solo. Me guiñó el ojo, y yo le sonreí. A la media hora ya estábamos todos juntos compartiendo un agradable encuentro. Nos despedimos dejándonos nuestros números y un posible reencuentro. Las citas fueron creciendo, nos fuimos conociendo, enamorando, era maravilloso. Cada detalle, cada regalo, cada cena, todo era perfecto, no se le escapaba nada. Sus halagos, la manera en que me hacía sentir la mujer más importante en la tierra, era especial. Lástima que el hermoso sueño acabó. Desperté y dolió mucho encontrarme con otra realidad. Con la otra cara de la moneda. Una que odio y detesto. Sencillamente, supo cómo nublar y borrar todo lo bello que algún día encontré en él.

— No entiendo porque llevar todo a este punto— Elena, me trae de vuelta a la realidad. Recordar suele hacernos daño.

— Porque así tiene que ser. De la misma forma que el acabó con mi vida en el altar delante de más de treinta invitados, así mismo haré yo en está boda. Un engaño lleva a otro.¡ No creés!— miró a Elena que está inmóvil delante de mi.

— No sé. En tú lugar simplemente lo alejaría de mi de una vez y por todas— agrega mi amigo.

— Entiendan, sufrí por su culpa, sentí miedo, temor, ansiedad. Vi todo mi mundo venirse abajo . No me pidan que lo deje todo así. Porque no lo pienso hacer.

— Como quieras—Elena,  levanta sus brazos derrotada.

— Ojalá todo salga bien— comenta Richy.

Entrego el vestido a la modista la cual lo tendrá listo un día antes de mi boda. Una boda que se realizará en cuatro días. Al terminar todo el show recogemos los bolsos y nos dirigimos a la empresa donde esperan los auditores para empezar con su trabajo.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora