Reencuentro.

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Amalia.

Mis padres no se separan de mi lado ni por un segundo, los dos días que me encuentro hospitalizada son un verdadero infierno. No se acaban de dar cuenta que ya no los necesito, que yo sola puedo sobrellevar esta situación, pero como padres al fin y al cabo no lo entenderán.
Al marcharnos no vamos de camino a casa de Brayan, nos desviamos a una zona residencial en el centro de New York. Nos subimos al elevador y mi padre marca el cuarto piso, al llegar solo hay dos apartamento uno frente al otro , mi padre saca una llave del bolsillo de su pantalón y abre la puerta invitando nos a pasar.

Sin lugar a duda no se puede quitar el mérito a mi madre a la hora de decorar, su gusto es excepcional. La sala esta amueblada con un juego de living de color blanco y los almohadones que lo acompañan son de tonalidades gris, negro y blanco, la pared de frente esta cubierta por un estante lleno de libros y en medio de esta una agradable chimenea, el comedor y la cocina estan juntos, con una pequeña isla y tres sillas que la acompañan. Sigo caminando y veo un cuarto completamente decorado y listo para usar, tiene un enorme armario con el espacio suficiente para guardar mi ropa, un baño, un escritorio con una compu, un pequeño tocador,  y un enorme espejo en la pared que queda detrás de la cama.

—Wow, se tomaron muchas molestias.

— Para nada hija, solo queremos tu bienestar y tranquilidad, cosa que en esa casa nunca ibas a encontrar— réplica mi madre.

—¡ Eso crees! — le digo irónicamente.

— Pero todavía lo dudas — mi madre no entiende lo que sucede.

—¿Qué buscas con está actitud? — interrumpe mi padre.

— Recuperar lo que es mío, lo que me arrebataron de las manos delante de mis narices — respondo con frialdad.

— Y piensas que vas a ser feliz cuando lo logres, sabiendo que él ama a otra persona.

— ¡Me importa una mierda a quien él ame! ¿De qué parte están?  La hija de ustedes soy yo, por lo menos deberían de apoyarme una vez en su vida — les grito indignada.

— Hija mia, siempre te hemos apoyado, pero esto es diferente. No puedes obligar a nadie a que te ame, en el corazón nadie manda. Te estás pasando tres pueblos. Si continuas con esta actitud no va a terminar nada bien— gruñe mi madre.

— Lo mejor es que se vallan, quiero estar sola — me cruzó de brazos y les doy la espalda.

— Vamos amor, ella necesita pensar mejor las cosas, vamos a darle su espacio.

— Si dejémosla sola. A lo mejor y recapacita .

Mis padres se marchan después de dos interminables días en los que no me dejaban en paz.  Al fin puedo respirar. Por lo menos  deje la culpa clavada en el pecho de mi ex de lo que me puede ocurrir. No dormirá como dios manda por unos cuantos dias.
Preparó todo y me doy una agradable ducha, nada como sentir el agua caer en la  piel, sentirme libres, relajada, que soy invencibles,  el olor a rosas y a Jazmín hacen el baño aún más agradable y reconfortante.

Salgo de la bañera y voy directo a la cómoda, me pongo un poco de crema en mi piel , si hay algo que más amo es cuidar de mi misma, mimarme y consentir al máximo entonces escuchó como  empiezan a entrar los mensajes a mi móvil.

Ya estas instalada.
Te gustó el nuevo apartamento.
Espero que si, yo mismo lo busque.

—¡No puedo creerlo! — me dejó caer encima de la cama — . ¿Quién te dio derecho a meterte en mi vida ?

Tomó el móvil y respondo inmediatamente.

.                        — ¿Por qué lo hiciste? No  he pedido tú
ayuda, es más, no la
necesito.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora