Amalia
—¡ Eres tonto o qué! — entró por la puerta de la oficina de Camilo como alma que lleva el diablo.
Dejó caer el bolso que traigo en la mano sobre su mesa de trabajo con fuerza, demostrándole mi cólera e indignación. Estoy que me lleva la fregada. Todavía no puedo asimilar las palabras de Brayan . ¡Es que solamente piensa en ella!. Roxana, Roxana. ¡Maldita Roxana! La odio con todas mis fuerzas, como nunca imaginé odiar a alguien. Claro que la borrachera la cogió por su culpa, algo provocó su comportamiento irracional. Y este gilipollas de Camilo que no mueve ni un solo músculo en ayudar. ¿ Como va a lograr tenerla de vuelta?. Si lo único que hace es estar sentado en su silla hojeando papeles y más papeles. No sé cómo me aguante el día entero para no decirles a Brayan sus verdades en la cara. Para gritarle imbécil, gilipollas. Es que piensa que soy tonta.
Tengo tanta impotencia que tiro todos los documentos que Camilo tiene en su buró, al suelo.— ¿Qué te sucede?.
—¿Qué me sucede?. Y todavía preguntas— camino de un lado al otro—. Pues todo— espeto mal humorada—, resulta que el imbécil de mi novio llego anoche borracho como una uva, y sabes cuales fueron sus últimas palabras antes de caer completamente inconsciente.
Él me observa atento con una sonrisa en el rostro. «¡ Pero será...!». Una sonrisa que cambia cuando continuó hablando.
—Ro-xa-na— le digo acentuando cada palabra con firmeza, odio y resentimiento.
Él le da un fuerte golpe al escritorio cuando termino de informarle de los nuevos acontecimientos. Acontecimientos que claro, él no esperaba escuchar.
—¿¡Qué me quieres decir, qué estuvieron juntos!? — me pregunta molesto.
— Eso es lo que tenemos que averiguar, por supuesto con mucho tacto, no quiero arruinar nada de lo que hemos logrado.
Me detengo porque sino soy capaz de abrir un hueco en el piso, apoyo mis manos al respaldo de la silla y lo miró directo a los ojos.
— Esto no se va a quedar así— escupo, y no es una advertencia.
— Calma, a lo mejor no es lo que piensas— pone sus manos entrelazadas, apoyadas sobre el escritorio—. Aunque todo entre los dos quedó bastante claro. Roxana me prometió...
— Te prometió. Ajá. Nos verse más, no revolcarse más con él delante de nuestras propias narices.
— La tengo amenazada. No creo que se atreva a desafiarme— dice con mucha tranquilidad.
— No confío en ella. Esa tipa sabe cómo embobar a Brayan. ¿ Es qué no se que le encuentran?—gruño, me fastidia verlo tan calmado.
Camilo no dice nada. Solo escucha mis gritos y quejas . Es igual que todos los hombres. Al final todo lo tengo que hacer yo. Menudo capullo me busqué de aliado.
— Cambiando de tema, pudiste controlar a la madre de tú hijo— ese es otro asunto que me saca de quicio.
— Tranquila, ella es cosa mía.
— Espero que asi sea. Por cierto, déjale bien en claro a « tú noviecita» que se mantenga alejada de mi prometido. Estoy cansada de advertirle.
— Ellos no se verán más. Déjame eso a mí.
—No nos conviene que ese amor siga creciendo— musitó.
—¿ Amor?.
— Si, Camilo. Amor.
Salgo de ahí , dejando la espina clavada en el lugar exacto. Justo lo que queria. No hay nada más satisfactorio que sembrar la duda y un poco de intriga en las personas.
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Mujer De fuego
RomanceA veces la vida juega a nuestro favor, y otras en contra. O simplemente debemos aprender a jugar su juego. Un juego que nos puede hundir, o tal vez ayudarnos a salir a flote sin llegar ahogarnos. Roxana aprendió a jugar y no habló del basquetbol o d...