Otro dia más

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Roxana

Entro a mi despacho y es tanto el sentimiento de impotencia, de enojo, de sentir que se burlan en mi propia cara, que todo lo que tengo encima del buró cae directo al suelo.

—¡Haaaaaaa! — grito enfurecida.

—¿Qué te pasa? — Elena, entra en ese momento y ve la expresión en mi rostro, pone su mano en mi hombro y gira mi cara para que la vea a los ojos—. Calma amiga, no vas a lograr nada así, solo te haces más daño. No le des ese gusto al enemigo .

— Estoy cansada de que me manipulen a su antojó— espetó —. No soy una muñeca que juegas con ella y después la tiras a un rincón porque ya te aburrió, o porque tienes una nueva. Soy de carne y hueso, ¡ tengo sentimientos, joder!. Es tan difícil de entender eso.

— A lo mejor esta confundido y no sabe que camino tomar.

— No lo defiendas, Elena, no te lo voy a permitir — la miró y le apuntó con el dedo índice, mientras las lágrimas invaden mi rostro.

— Sabes que no haría eso, solo es una posibilidad.

—Mis fuerzas se estan acabando, me estoy cansando de luchar contra mi misma por un imbécil que no lo vale.

— No me gusta verte así, ¡mierda Brayan! Es que no se da cuenta todo lo que sufres— susurra mientras me abraza.

Sentir su comprensión y saber que al menos me escucha es algo que agradezco. Le pide a la secretaría una taza de té para calmar mis nervios. La tomó sin protestar y poco a poco me voy relajando.

— Porqué no damos una vuelta y así te terminas de distraer, creo que lo necesitas.

— Eres muy mala influencia— ambas reímos — pero me encanta.

— Bueno, tú mala influencia te va a liberar de esta prisión .

— Espera.

Agarró mi teléfono y le marcó a Richy.

— Dime, flor.

— Prepárate que nos vamos de party.

— Reina, se te olvida que estoy trabajando — susurra.

— Invéntate algo. Te esperó en el aparcamiento. No tardes— le lanzó un beso y cuelgo.

Elena me observa con su ceja enarcada.

—¡Qué!— exclamó, haciéndome la desentendida.

— Nada, la noche de chicas se fue por el drenaje.

— Ay, no seas mala. Sabes que Richy, es el alma de las fiestas.

— Está bien. Por hoy, me rindo— alza sus manos en son de paz, y yo, no soy capaz de aguantar la risa.

Salimos juntas hasta el parqueo. Richy se nos une en la salida. No puedo creer como es que le gusta vestir tan extravagante. Lleva puesto una camisa rosada, con una corbata de color marrón. No abro mi boca, porque se que sería capaz de mandarlo por otro vestuario, nos planta un beso en la mejilla y nos dirigimos directo al Ferrari rojo de mi amiga. Cuando me dispongo a montar  alguien me detiene por detrás.

— Podemos conversar.

Brayan esta ahí delante de mi, como sino hubiera sido suficiente con la escena que tuve que presenciar está mañana. Su cara de felicidad y el brillo en sus ojos se lo voy apagar en un abrir y cerrar de ojos. Estoy cansada y agotada de  está situación.

Su muñeca se cansó de ser tirada, pisoteada y usada, esta vez le toca tomar una decisión, veamos de que trata todo esto.

—¿ Qué quieres? — respondo con los brazos cruzados encima de mi pecho.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora