Una noche de Pasión

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A pasado una semana sin saber nada de Camilo, y la verdad siento un gran alivio por ello, espero que se halla dado por vencido y no me moleste más. Lo que menos quiero es ver su cara, escuchar su voz, tantas mentiras me dan náuseas.

Elena me invita a salir a un club, y aunque lo niegue necesito despejar mi mente, dejar todo de lado y centrarme en mi. Escuchar música , bailar, son mis mayores placeres después de un buen sexo y un fantástico orgasmo. Que me lleven al cielo y me hagan bajar como un Ángel, que me hagan sentir única y especial, eso sólo lo sentía con... Vuelvo de nuevo a caer en lo mismo, todo fue una mentira Roxana, una cruel mentira. Lo más seguro que ni los «te amo» fueran del todo cierto. Gracias a dios sabe quién, ya lo olvidé, y lo tengo en un pasado al cual no pienso volver.

Estamos las dos lista para entrar al club en una fila que parece interminable, hasta que al fin el portero se apiada de nosotras. Hace mucho que no salgo por lo que me cuesta un poco adaptarme al ruido y a las luces de la disco. Al entrar nos dirigimos a la barra , pedimos algo de tomar en lo que entramos en calor.

Miró con cuidado el lugar abarrotado de personas, unas encima de otras.
Todos bailan en la pista, el calor se impregna del lugar, tanto el alcohol como el humo de los cigarrillos forman parte de nosotros, algo que me molesta un poco, odio cuando ese olor se queda impregnado tanto en la piel como en la ropa, pero hemos venido a divertirnos, así que trato de borrar esas ideas de mi cabeza o soy capaz de abandonar el antro.

—¡ No le dijiste a Richy!— pregunto entre gritos a Elena.

— Si, pero me dijo que tenía una cita— pone los ojos en blanco.

— ¿ Quién es la próxima víctima?.

Elena alza sus hombros dándome a entender que no sabe absolutamente nada del desconocido.

— Yo le sacó la sopa, el lunes.

Ella suelta una rotunda carcajada mientras disfrutamos de la música.
Después de un rato, y unas cuantas copas de tequila en la sangre nos ponemos a bailar como dos locas entre tantos cuerdos, sin ataduras, sin prejuicios. Muevo mi cuerpo al compás del ritmo. « ¡ Joder!, esto me hacía falta ». Entre salsa, reggae, hip-hop, discoteca y una variedad inmensa de música me han hecho olvidarme del mundo que existe fuera de estas cuatro paredes. Debo agradecerle a Elena por ésto. WoW, es que el sudor me corre.  Estoy sumamente feliz y nadie me puede arruinar mi momento. 

Entonces es en ese momento, ese pequeño instante, que todo vuelve a tener sentido; verlo llegar a la barra con esa  camisa negra remangada hasta los codos, el botón del cuello desabrochado, su pelo algo despeinado, que por más que trata de arreglar con los dedos de su mano, no puede, es igual de salvaje e imponente que él, vuelve mi noche más interesante que antes ( y enfatizó en la palabra interesante). Su mirada sensual y provocativa me produce una electricidad que recorre todo mi cuerpo, y su sonrisa , esa sonrisa que pone mi mundo de cabeza. « Es que estoy colada hasta los huesos».« Uff, ya no hay vuelta atrás».
Camino al otro lado de la barra y me tomó dos tragos de tequila. Todavía no se a dado cuenta de mi presencia, eso me gusta. De alguna manera  tengo que llenarme de valor para hacer la locura que tengo en mente. Está noche quiero probarlo, terminar lo que quedó a medias entre los dos,  llenarme del sabor de sus labios, gemir entre su cuerpo, sentir que puedo ser la única mujer que lo llena de placer, aunque sea por una noche, no pido más. Así, a lo mejor, logró arrancarme lo de mi mente de una vez y por todas. O término rotunda y perdidamente enamorada de un hombre prohibido.

Me vuelvo una sumisa ante él, ansio con todas mis fuerzas provocarlo, así que suelto mi pelo y lo dejó caer sobre mis hombros. Está solo, completamente solo, aprovechó mi oportunidad y sin pensarlo tanto mis pies van a su encuentro.

Mujer De fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora