Mujer De fuego

Del amor al odio.

Estoy toda sudada. Unos buenos ejercicios en el gym hacen a uno rejuvenecer mucho más, además  que ayuda a mantener el cuerpo en forma, y tener una buena salud.

Paola y yo vamos juntas de vez en cuando a ejercitarnos, y esta es una de esas tantas  veces.
Así que tenemos mucho tiempo para hablar de todo, hasta de los temas menos apropiados.

— Esta noche estás invitada a una cena familiar— me comenta dejándome sin palabras.

— No tienes porque molestarte— respondo sin más.

— No es molestia . Además, no es en casa, es en un restaurante. Mi hijo quiere que la chica conozca la ciudad. Que haga nuevos amigos. Y yo quiero disfrutar de tú compañía, todavía no me he adaptado a su presencia, tiene algo que no me gusta. No sé, esa española es mucho para mí hijo. Tiene un carácter de los mil demonios— hace un gesto de desaprobación con sus labios.

— Pues va hacer tú nuera— le recuerdo mientras me limpió el sudor de la frente.

— Uff, no me digas algo que ya sé — me dice con mala cara.

-—Solo dale tiempo, es todo lo que necesitan. Adaptación y conocerla mejor— agregó.

-— Tan joven y madura . Cuanto deseo que puedas encontrar un hombre bueno, que de verdad te merezca. Que te ame sin miedos, ni engaños— me mira con cariño como una madre a su hijo.

Sonrió ante sus dulces  palabras. Ella hace el intento por aconsejarme y apoyarme pero, es  tan fácil decirlo y a la vez tan difícil de encontrar. En estos tiempos donde una relación no dura ni tres meses y son  pocos los que llegan al altar. Pero, para que pensar en eso, es mejor que todo siga su curso, la vida es quien dirá la última palabra. Solo deseo volverme a encontrar y ser la Roxana que un día fui.

Me doy una ducha antes de salir del gimnasio. Me siento como nueva, mis energías vuelven a ponerse en marcha.

Nada me relaja más que unos buenos ejercicios, es mi hobby, mi distracción, me ayuda a salir de está terrible monotonía que nos va consumiendo las ganas de ser feliz.
Recojo mi bolsa, me despido de Paola y me subo al coche. Busco entre los discos y encuentro uno de Marc Anthony, la música perfecta para despejar y darle vida al cuerpo, entonces, empiezo a escuchar la canción Un Amor Eterno. Enciendo el motor y mientras manejo tarareo como puedo la letra, porque la verdad no entiendo una mierda lo que dice. Pero su ritmo es muy pegajoso. Debo ir pensando en aprender hablar español, no sólo inglés y francés. Nadie sabe, a lo mejor en un futuro me pueda servir de algo.

A la media hora, después de aguantar un poco el embotellamiento y el horrible tráfico de la ciudad, llegó a casa. Pregunto por mi tío y me dicen que acaba de salir.

— ¡Seguro ya está haciendo de las suyas!— digo en voz alta.

Camino a la cocina y me dispongo a prepararme algo delicioso, cuando me entra un mensaje.

Roxana,mi amor ,perdóname,no puedo vivir sin ti.. Eres todo para mí. Voy a luchar por nuestro amor,te voy a recuperar . Tuyo Camilo.

— ¡Pero que se ha creído esté!. ¡Yo no soy juguete de nadie!. Esto se terminó y cuando digo que acabó, es por qué acabó — grito enfurecida mirando al móvil.

Estoy hecha un lío. Ese amor que sentía por él se a vuelto un odio que me carcome por dentro, lo peor es que no se si de verdad esta arrepentido, o solo lo hace para mortificar mi existencia. Sea lo que sea, no se lo pienso permitir. Ya sufrí lo suficiente como para volver a caer en sus redes, no pienso tropezar con la misma piedra otra vez.

Elena entra corriendo a la cocina al escuchar mis gritos.

— ¿Qué sucede?— mira a un lado y hacia otro en busca el porque de mis gritos.