Capítulo 30. Tus besos.

262 28 36
                                    

Tom

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tom.

Cerré la puerta e Isa seguía caminando, quité mi abrigo y ella hizo lo mismo, dejándolo en el sofá.

Caminé hasta ella, y pasé mi mano por su cintura, pegando su espalda a mi pecho, haciendo que su aroma se impregne en mí.

Mis manos se adentraban por su blusa, rozaba la piel desnuda de su vientre. Hasta que llegué a uno de sus senos, apreté uno sobre la tela de su brasier y soltó un leve gemido.

Hice que de la vuelta y rápido besé sus labios, mi lengua y la suya luchaban, era un beso atrevido que desbordaba la excitación.

La cargué, pasando mis manos por sus glúteos sin dejar de besarla, caminé y sin tropezar subimos las escaleras hasta llegar a la habitación.

Recargué su espalda a la pared, y mis besos bajaron a su cuello, sus manos se aferraban a mi cabello.

Como pude quité su blusa, dejándola en algún lugar de la habitación. Caminé hasta la cama y la deposité ahí. Quitó mi camiseta, dejando mi torso denudo y dándole toda la libertad de que recorra con sus manos mi cuerpo.

Isabella.

No recuerdo como lo hice, pero quité mis zapatos, mi corazón se aceleraba demasiado, y ya sentí esa humedad en mí, mis manos llegaron al inicio de su pantalón y quité su cinturón.

Desabroché su botón, y sobre la tela del pantalón masajeaba su miembro, y soltó un gruñido justo cuando mordía mi labio inferior.

Sus besos fueron bajando, por mi mentón, mi cuello, mi pecho hasta quitar de repente mi brasier, y le dedicó el tiempo justo y necesario a mis senos. Para ese momento ¿, me encontraba en un mundo lleno de placer.

Mordía mis pezones, succionaba hasta el punto de saber que dejaría marca, después, hizo un placentero recorrido hasta llegar al inicio de mi pantalón, bajó por mi abdomen y dejó ligeras mordidas justo en mis caderas mientras se deshacía del botón de mi pantalón.

La noche se puso para perder el control, de eso, estaba segura. Disfrutaba de esto, mientras retiraba la que era casi mi última prenda, besaba mis piernas, hasta que lo quitó.

De regreso a mí, mordía parte de mis muslos, y me era ya imposible no jadear ante aquellas acciones llenas de placer.

Retiró mis bragas, dejando completamente desnuda, ante él, besó mis labios en cuanto llevaba una de sus manos a mi intimidad y la complacía con masajes. Gemí sobre sus labios, la habilidad de sus dedos era irresistible.

Hasta que se detuvo, y caminó hasta su gaveta, de la cual sacó un preservativo, de pasó quitó su pantalón y bóxer al mismo tiempo.

Al ver su erección por inercia me relamí los labios, la temperatura que ahora mismo mi cuerpo tenía era, mayor a lo que se considera normal.

Champagne Problems (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora