(TERMINADA)
¿Te has preguntado por qué te amo?
¿Por qué aún lo hago?
¿Por qué a pesar del tiempo mi corazón palpita a mil por hora?
Aquí estoy, los roles cambiaron, pero no puedo, no puedo hacer lo mismo.
Y odio eso, por que sigo amándote.
Conquís...
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Fines de febrero.
Tom.
Era el día, después de tanto tiempo desde que me dijo Mary que Harvey es mi hijo, no quise contestar sus llamadas. Y hoy estábamos en una clínica para tomar las pruebas correspondientes.
Llegué puntual, y yo no estaba solo, Caet vino conmigo. Entramos y tomamos asiento en una de las sillas de la sala de espera.
Mis manos sudaban, mi corazón palpitaba muy rápido, vi un taxi parar fuera y mi respiración se agitó más. Al primero que vi fue a Harvey, me dedicó una sonrisa sincera, detrás de él, Mary.
El pequeño Harvey se acercó a mí y me saludó, como si nada hubiese pasado, Mary hizo lo mismo y mi saludo fue muy seco, entre pequeños murmureos pregunté si él lo sabía, y ella lo negó.
Y no sabía si eso estaba bien o mal, porque no estamos seguros, o bueno al menos yo no.
Harvey comenzó a hablar conmigo, y preguntarme muchas cosas, en especial por qué yo ya no iba a verlos, y me costó mucho encontrar una buena excusa. Él no se merecía nada de esto, es tan solo un niño. Caet no dijo nada, solo se limitó a escuchar mi conversa con él.
Primero entró él, y después de que le tomaran la prueba se marchó, luego pasé yo e hice todo lo que me pidieron.
Sentí aquella punzada que te dice toda la verdad, pero, me negaba a sentirlo.
Elina.
Llevó días sintiendo remordimiento por ver a Tom y por saber que le estaba fallando a Isabella, y tomé una decisión, ese día él llamó, accedí a vernos, pero ya no precisamente para aquello.
Escuché tocar el timbre de la puerta de mi apartamento, abrí y él enseguida entró, tenía la mirada triste y...
Aun así, era momento de hablar con él.
- ¿Tu... estás bien? -pregunté para romper el hielo.
Y solo negó con la cabeza.
-Yo necesito decirte algo.
-Ya no quieres continuar con esto -dijo, y acertó -lo sé, y te pido que me perdones por todas las estupideces y el daño que te he hecho.
-Es mejor así Tom, tú por tu camino y yo... por el mío – hablé.
-Es mejor así -recalcó él.
No dijimos más y él se marchó y yo me quedé ahí, con el corazón roto, pero, sintiéndome un poco mejor.
Tom.
Estaba haciéndolo todo mal y si, sabía que Elina diría eso, por muchos factores, y muchas situaciones de los últimos días y así como lo dijo, es mejor.
Isa y yo seguimos igual, no hablamos casi nada, discutimos por todo y no ha servido de nada mis disculpas si de nuevo vuelvo a armar el pleito.
Primera semana de marzo.
Mary me llamó, tenía los resultados y yo aquel día salí de lo más molesto de casa, Isa preguntó qué es lo que tanto ocultaba, y, puse esa barrera entre ambos.
No quería leer los resultados junto a ella, y ella tampoco, así que me los entregó y yo fui lejos de la cuidad.
Mis impulsos hicieron que comprara una botella de ron, y solo la traje, antes de abrir el sobre, encendí un cigarrillo y en cuestión de segundos desapareció, así como la mitad del líquido de aquella botella de cristal.
Isabella.
Estaba en el trabajo, de un lado al otro, mi teléfono sonó, pero estaba tan ocupada que no hice caso, además Henry estaba al pendiente de nosotros y ayudando en la cocina.
Hay algo que me está haciendo dudar de muchas cosas, he visto en estos días a Bry y ha sido muy detallista conmigo, en especial me gusta cuando me escucha hablar de mis sueños a futuros, que sí, cambiaron un poco, pero no perdieron esa esencia original.
Y él ha sido motivos de discusión con Tom, y esas discusiones me han herido, sus gritos y los míos, no recuerdo ni siquiera el día en que los gritos comenzaron, al igual que los portazos y terminar durmiendo cada uno por su lado.
Nos habíamos mudado ya varias veces dentro de aquella casa, de nuestra habitación, a la de invitados, el sofá y hasta en su oficina, en donde permanecía encerrado por horas, y por más que mi cuerpo quisiese entrar él me lo tenía rotundamente prohibido.
No sé cuándo caímos en todo esto, no lo recuerdo, no entiendo que sucede, no me queda claro nada.
Eran las nueve de la noche, salí y aquellas llamadas eran de papá, de Danny y de mis abuelos, me preocupé, demasiado, así que no tardé en llamar de vuelta.
Contestó Danny el celular de papá, y su voz hizo que mi cuerpo me recorriera un frio violento.
Tom.
Abrí el sobre.
Saqué aquella hoja blanca con un montón de letras.
Comencé a leerlo y el corazón me palpitaba a mil por hora.
