(TERMINADA)
¿Te has preguntado por qué te amo?
¿Por qué aún lo hago?
¿Por qué a pesar del tiempo mi corazón palpita a mil por hora?
Aquí estoy, los roles cambiaron, pero no puedo, no puedo hacer lo mismo.
Y odio eso, por que sigo amándote.
Conquís...
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Sabes las advertencias. ⚠️
Ten 🧻llévalo contigo.
Isabella.
Tom subió al auto y estaba por hablar.
-Vamos a casa -ordené y el no objetó nada, sabía lo que había hecho.
En el camino a casa no dijo absolutamente nada, el silencio era incomodó. Ni bien se estacionó bajé del auto, entré en casa y estaba por subir a la habitación.
-Isa perdón – habló desde el primer escalón.
- ¿No sabes decir otra cosa? -dije.
-De verdad lamento lo que pasó -respondió.
-Se nota mucho eso, era un día en el que más te necesité -comencé a bajar los escalones - ¿Dónde carajos estabas? -casi grité a punto de llorar.
Él no dijo nada.
-No sé quién diablos eres Thomas, me dejaste sola, rompiste tu puta promesa.
-Lo sé -dijo cabizbajo.
-De que me sirve que lo sepas si haces lo mismo una y otra vez -respondí.
-Tú no sabes por lo que estoy pasando -se excusó.
-Es por que tu no me lo cuentas, crees que soy adivina para saber lo que te pasa, trato de hablar contigo, pero tu solo sabes decir, bien, no pasa nada, y perdón, pero ni siquiera lo sientes -mis lágrimas escaparon.
Trató de tomar mi mano, pero lo evité.
-Lo ves, trató de arreglar las cosas, pero te comportas así -habló.
- ¿Qué quieres que haga Tom, que me lance a tus brazos ahora, a llorar por mi abuela? Eso ya lo hice, sin que tu estés presente.
-Isa yo... -lo interrumpí.
-Ya no quiero escuchar tu voz al menos hoy no -hablé muy alto.
-Isabella no me interrumpas
- ¿Qué, ahora vamos con tus estúpidas reglas? -pasé por su lado hasta la cocina -no me interrumpas, no me contradigas, no me desobedezcas, no, no, y no.
-Isabella, cállate -dijo.
- ¿Por qué? ¿por qué debería hacerlo? ¿acaso eso no me dijiste en un inicio?
-Te estoy pidiendo que me perdones y... -habló muy molesto y yo volví a interrumpir.
-No lo voy a hacer, me has dejado sola todo este tiempo.
Su mandíbula estaba muy tensa, sus ojos delataban lo molesto que estaba.
-Y ahora resulta que él enojado eres tú -negué con la cabeza- iré a dormir -dije llevando un vaso de agua conmigo, él no dijo más, yo subí y mi cuerpo comenzó a temblar, mis manos, mis piernas y solo caí al suelo a llorar.
Dos días después.
Dos días y Tom no ha pasado en casa, no sé a dónde y tampoco me interesa, no hablamos del tema, le he llorado en silencio a mi abuela y... las cosas son difíciles.
Fui a casa de papá, un abogado llamó y quiere leernos el testamento que dejó mi abue Rubí.
Además quiere entregarnos una carta para cada nieta.
El abogado nos entregó aquellas cartas, subí a mi antigua habitación y Danny fue a la de ella.
Yo, desdoblé el papel, no tenía ni una sola idea de lo que estaba por leer.
Mi querido rayito de sol.
Estoy lista para irme, y no quise decirles nada no porque yo dejará de amarlos, solo que, han sido mi adoración desde su llegada a este mundo, que no me iba a permitir verlas sufrir conmigo.
Decidí no seguir con mi tratamiento, se que te prometí mi rayito verte convertirte en la mejor chef del mundo, pero mi tiempo se está agotando.
Mi rayito, he dejado parte de mi herencia a tu nombre, quiero que empieces a estudiar ya, no quiero que pierdas más tiempo, así que úsalo para viajar y estudiar.
Desde donde quiera que este, estaré siempre cuidando de ti y de mi solecito, nunca olviden que son mi más grande tesoro.
Y tú mi rayito, mi pequeña Isabella, eres la mujer más fuerte y valiente que conozco, siempre te amaré.
Con amor, Rubí.
Mis lágrimas tenía húmedas mis mejillas, abracé su carta como si fuera ella, y tan solo por algunos segundos la sentí, su aroma, y su cálido abrazo.
Salí de la habitación, y bajé, esperamos a mi hermana que tan solo tardó unos cuantos segundos más.
En efecto, había dejado el cuarenta por ciento de la herencia a mi nombre, la otra mitad para mi hermana y el resto para mi papá y los abuelos.
Pero ese día no tenía cabeza para decidir cuando irme. Pero estaba en mis planes hacerlo.
Al volver a casa el auto de Tom estaba fuera, entré y lo primero que escuché fue sus gritos.
- ¿De dónde carajos vienes Isabella? -habló y juro que sentí mucho miedo.
-De casa de mi papá -respondí, sí, le estaba dando explicaciones.
-Explícame eso -me dio su teléfono, en el cual se reproducía un video, el video era del día que Bry me besó.
-Tom, no... no es lo que piensas -traté de escusarme.
-Es lo que estoy viendo Isabella, claro, mientras yo no estoy, es al primero a quien vas a buscarlo.
-Te equivocas -exclamé.
-Entonces explícame, explícame ese beso y estas fotos -me indicó las del velorio, estaba con él, abrazada a él.
No tenía idea de quien las haya tomado, pero las estaban sacando de contexto.
-Ese día tu no llegaste por mí -lo iba a enfrentar -y mucho menos en el velorio de mi abuela, quien se quedó conmigo fue él.
-Por si no lo recuerdas Isabella, tú eres mi novia -lo recalcó gritando.
-Y que importa serlo, si al fin y al cabo no soy algo importante para ti -y yo igual grite -desapareces todo el maldito día, yo no sé qué es lo que ocultas, que es lo que tramas, ya no lo sé y perdí las jodidas ganas de saberlo.
Se acercó a mi muy violento.
-A mí no me gritas Isabella -sus ojos, eran quien lo delataba, estaba más que molesto
-Pues a mí tampoco me gritas Thomas -y solo me defendí.
Sentí mi mejilla arder, al punto que comenzaba a punzar.
Mi única reacción fue devolverle el golpe. No se lo esperaba.
-A mí, en tu puta vida me vuelves a tocar Thomas y si crees que con golpes resolveremos este asunto, te equivocas.
Subí a la habitación que ahora la había designado mía, ya no dormía con él, desde hace tiempo. Me miré en el espejo y me mejilla estaba muy roja.
Lloré, por todo. No estaba haciendo nada malo, ¿por qué la maldita vida era así conmigo?
