Capítulo 47. Descubrimiento.

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Isabella

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Isabella.

Tomé una ducha, me cambié de ropa y según la hora que marcaba mi reloj once y cuarenta salí de casa.

Ya sabía perfectamente en que hotel se estaba quedando Brunz, así que tomé el autobús que más cerca me dejaba.

Durante el camino solo podía pensar en una sola persona, que para mi suerte estaba haciendo que mi corazón se emocionara por ya verlo.

No voy a mentir, sentía algo por Bruno cuando llegó al colegio, me emocionaba cada día que lo veía, por que su sonrisa perfecta cautivaba mi ser, al igual que el sonido relajante de su voz y su acento estadounidense.

Y se que me estoy metiendo en un gran lio en mi corazón, por que por un lado está Tom, que sí, a pesar de no tener nada, siento muchas cosas por él, pero ahora que Bruno está aquí aquel sentimiento que creí enterrado bajo tres metros de tierra, resulta que no lo estaba.

Llegué a la parada donde debía bajar, y caminar un par de calles para llegar. Entré al hotel y en la recepción pedí que le avisaran que tenía una visita. Él respondió que podía subir, así que eso fue lo que hice.

Me puse demasiado nerviosa, mis manos sudaban y parpadeaba más seguido de lo normal.

Habitación 810. Toqué dos veces y lo vi abrir la puerta.

-¿Aún no estás listo?-hablé, al ver que le hacia falta una prenda.

Si, exactamente su camisa, y si, quedé boquiabierta por que aquel flacucho al que había conocido, ahora tenía un cuerpo con los músculos mucho más marcados.

-Pasa -ordenó.

Y yo obedecí, entré y me senté en un sofá que había.

-Apura que ya debemos ir a comer -casi grité por que el caminó directo al dormitorio.

-Solo me pongo mi camisa y voy -respondió.

Mejor que no se la ponga, pensé y ante eso, me reí para mí misma.

- ¿De qué te ríes? -preguntó al verme.

-De nada -me puse de pie y caminé para acercarme a él.

Y de un vistazo rápido vi que algo estaba mal.

- ¿Vas a salir así? -pregunté.

- ¿Cómo? -respondió.

-Con la camisa mal abotonada -me burlé.

-Carajo -exclamó y seguido rio.

-Deja te la acomodo -ofrecí mi ayuda.

Pero, exactamente no quería ayudar, algo más mi mente estaba planeando, o bueno, al menos lo pensaba.

Ya con su torso a milímetros de mis dedos, me fui imposible no rozar un tanto su piel morena, y al instante en que lo hice, nuestra mirada se conectó.

Champagne Problems (Tom Hiddleston)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora