5. Flashbacks

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Sí, sí estábamos jodidos.

Carter me explicó el único antídoto que había para lo que está sucediendo.

La inyección número quince, donde o le perdemos o cae en coma el resto de meses que quedaban para los nueve.

Si yo sabía que el camino correcto jamás es el más fácil.

Pero me es imposible permitir que se ponga la inyección con tal de solo recordarme. Si ya sufrió suficiente por mi jodida culpa.

Me desperté hace como media hora. Eran las diez de la mañana pero aún no escuchaba ni un sonido en la sala por lo que me dediqué a mirar el techo.

Carter estaba a mi lado, dormido. Al final anoche le convencí con dormir en mi habitación para que no muera congelado de frío en la sala.

Por muy testarudo que es terminó aceptando cuando le expliqué que en Teivel dormíamos juntos en su habitación, al principio no me creyó, definitivamente me confirmó y reconfirmo que él jamás llevaba a nadie a casa y menos a su habitación.

Y allí note que fui la excepción en absolutamente todo, hasta los detalles que en ese entonces para mí eran los más insignificantes y pequeños.

Fui la excepción en cada cosa que descubría sobre el, cada abrazo, beso o palabra que recibía de su parte.

—Piensas mucho, Evelyn y apenas te despertaste—susurró con voz ronca.

—Buenos días para ti también—murmuré de mala gana mirándole de reojo.

Él resopló mirando el techo.

—¿Qué tal dormiste?—cuestioné después de un incómodo silencio.

—Normal—se encogió de hombros—¿Y tú?

—Normal—me incorporé apoyando mi espalda en la cabecera de la cama.

—¿Te encuentras bien?—cuestionó recostándose mirando el techo con ambas manos entrelazadas sobre su abdomen.

—No lo sé—admití—esto no estaba entre mis planes.

—Lo siento—murmuró.

—No es tu culpa—negué—la culpa fue mía por no entender tus múltiples indirectas.

—¿Indirectas de que tipo?

—Intentabas decirme indirectamente lo que eras.

—¿Cómo lo hacía?

—Ni idea pero en lugar de entender lo que me intentabas decir yo pensaba que eras drogadicto o que formas parte de una mafia oscura.

El soltó una carcajada negando con la cabeza.

—Eso si que me lo creo—asintió—por lo tanto la inteligencia te perseguía pero eras más rápida, eh.

—Gracias por insultarme indirectamente.

—¿Si ves? Ya aprendiste a descifrar indirectas.

—No es gracioso—negué mordiéndome el labio.

—Pondríamos encontrar lo gracioso de la situación—se encogió de hombros—mira el lado positivo siempre, Evelyn.

¿En donde quedó el Carter pesimista y amargado?

—Tu no eras así.

—La gente cambia—aseguró.

—Lo se—asentí.

—¿Supuestamente como era yo antes?

—Uff, amargado, pesimista y demandante.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora