17. Ethereal

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Todo esta bien.

O más bien eso me intentaba hacer creer a mi misma.

Si fuéramos sinceros, nos daríamos cuenta que la mayoría de nuestros días son malos.

Bueno, malos no. Malísimos.

Hoy es uno de esos días, porque principalmente ni siquiera dormí, aparte ya tomé dos tazas de café y aún no consigo activar mi cerebro, y por último hoy sí o sí tengo que ir a clases.

Ah, y un dato más; son las cinco de la madrugada y no puedo volver a dormir para despertarme a las siete, que es cuando hay que despertarse.

—¿Evelyn?—la voz de Jayden me sobresaltó.

—Buenos días—murmuré dejando a un lado el libro que estaba hojeando, sin leer nada en sí porque no conseguía concentrarme.

—¿Qué haces despierta tan temprano?

—No pude volver a dormir—admití dándole un sorbo a la taza de café—¿Y tú?

Sí, esa era la tercera taza.

—Lo mismo—se encogió de hombros antes de servirse un vaso de agua.

—¿Estuviste llorando?—fruncí el ceño al ver sus ojos rojos y levemente hinchados.

—¿Quieres la verdad verdadera o la verdad disfrazada?

—La verdad verdadera—contesté con algo de obviedad.

—Si estuve llorando.

—¿Y la verdad disfrazada?

—No estuve llorando.

—¿Qué pasó?—musité tirando de su mano para que se sentase frente a mi.

Su piel estaba muy caliente, todo lo contrario a mi mano helada.

—Kings volvió, creo que eso ya lo sabes.

—Ah, sí—asentí—. Me lo contó Carter hace unas horas. Pero me refiero, ¿por qué tuviste una crisis?

—Bueno… Thomas estuvo aquí.

—¿Aquí?

—En el jardín—contestó fijando su mirada en el cristal de la ventana.

—¿Te dijo algo? ¿Habló contigo?

—No—negó acariciando distraídamente el anillo que compartía con Carter—¿Por qué la mariposa?

—¿Y por qué no?—cuestioné mirándole, aunque él no alzaba la cabeza.

—Solo pregunto—se encogió de hombros.

—Jayden, mírame.

—¿No puedes hablar así?—preguntó recorriendo los bordes de la mariposa con detenimiento.

—Mírame—alcé su mandíbula y le obligué a mirarme a los ojos—. Thomas no puede hacerte nada.

—Soy su hijo.

—¿Y si se demuestra lo contrario?

—¿A que te refieres?

—Chase te saca cinco años.

—¿Eso que tiene que ver ahora?

—Estoy más que segura de que eres hijo del padre de Chase—aseguré—. Edith y Thomas seguramente se conocieron después de la muerte de Hazel.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora