17. Who is Percy?

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—No tienes porque contestarme ahora.

—Yo también te quiero, amargado.

——————————

Me desperté con una extraña sensación en el pecho.

No de las malas.

Ya pasé esa etapa, ahora mismo me siento feliz, me incorporé regalándole a Carter una sonrisa acogedora.

Aunque no me vea, porque sigue dormido. Y aún sigo sin entender porque se ve tan tierno cuando está durmiendo, tiene su brazo alrededor de mi cintura y su mano entrelazada con la mía aún.

Ah, y está sonriendo.

En sueños, pero al menos está sonriendo y brindando algo de alegría al mundo.

—Deja de mirarme como una puta acosadora—protestó abriendo los ojos.

Su iris azul se veía un poco más oscuro ahora. Mhm… interesante...

—¿Qué? ¿Cómo te diste cuenta?—le miré enarcando una ceja.

—Tengo superpoderes, ¿no te lo dije?

—Lo de ser vampiro aún no me entra a la cabeza, eh—reí.

—No soy un vampiro—protestó mirándome mal y se incorporó pero sin separarme de su cuerpo.

De hecho, me apego más a su cuerpo.

—¿Y qué eres?

—Todo lo que quieras—me guiñó un ojo y yo solté una carcajada apoyando mi barbilla en su pecho para verle mejor.

—No te pega lo de ser romántico, eh.

—Mhm... Ya decía yo—puso los ojos en blanco—¿Prefiero al frío que no te dice ni buenos días?

—Ese Carter por muy malo que era y por mucho que me haya hecho llorar...—él resopló a medida que iba diciendo aquello—al menos podía tener batallas de sarcasmo con el.

—¿Para ti son batallas?—me miró extrañado.

—Mhm—asentí riendo—es que eres el rey del sarcasmo, Cavalier.

—Pensé que era el rey del hielo.

—Ah, eso también—asentí.

Iba a besarme, se estaba acercando…

Carter Nicolás Cavalier iba a…

—¿Podéis preparar el desayuno?

Pero Aiden nos interrumpió.

—Ups…—sonrió con inocencia al ver mi mirada asesina—creo que interrumpí algo…

—Aiden...—comenzó diciendo Carter a medida que se iba alejando de mi rostro.

—Dime.

—¿¡Estas fabricado para arruinar mi vida o que!?—exclamó Carter molesto.

—No lo sé hermanito, no lo sé—retrocedió un par de pasos—solo se que tengo hambre.

—Aiden, puedes cocinar tu mismo.

—De hecho—se cruzó de brazos—no puedo.

—¿Porqué no?

—Le tiene miedo al fuego—contestó Carter con indiferencia antes de salir de la cama y desaparecer en el baño.

Yo fruncí el ceño y miré a Aiden.

—¿Qué?

—¿Qué?—repitió el mirándome mal—no soy un fenómeno por tenerle miedo al fuego.

—No es eso.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora