14. Rewrite the stars

25 4 0
                                    

—Sinceramente no sirve de nada que seáis letales, Cav—admití estirando mis piernas.

Llevaba como una hora y media sentada en esa dichosa silla observando ambas puertas intentando saber si por fin nos iban a dar una noticia sobre el castaño o el pelinegro.

Pero nada, aún no nos dijeron nada.

—¿Por qué lo dices?—cuestionó.

—Sois letales y aún eso a la mínima estáis en una camilla de hospital—bufé, encogiendome de hombros.

—¿A la mínima?—enarcó una ceja, observándome con seriedad—¿Te parece poco lo que acaba de hacer Aiden?

—No, pero sois muy frágiles y sabéis atraer a los problemas de una manera increíble.

—Evelyn Lodge siendo honesta, que sorpresa—musitó con pura ironía.

—Vale, lo siento—me puse de pie estirando mis brazos—me duele todo el cuerpo, me aburro y encima estoy jodidamente preocupada por esos dos gilipollas que están entre la vida y la muerte—caminé de un lado para otro y me llevé una mano a la nuca—. ¿Qué hicimos para merecer está mierda, Cav?

—¿Nosotros? Nada—se encogió de hombros—. La vida es injusta con nosotros.

—Pues la vida es una puta mierda.

—Otra como Riley—bufó, poniendo los ojos en blanco—. La vida no siempre es una puta mierda. Hoy es un día de mierda, pero mañana no lo será y pasado tampoco—aseguró y elevó la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa.

—Me sorprendes a veces—sonreí a medias y solté un suspiro—. Aún eso estoy preocupada.

—Siéntate y piensa positivo—jaló de mi mano para sentarme a su lado—. Te propongo algo, ¿si?

—Dispara—bufé haciendo una mueca.

—Escribe.

—No.

—Que sí, confía en mí, te relajará—aseguró.

—No tengo ningún cuaderno—contesté con la intención de claramente escaparme de la situación.

—Notas—contestó con simpleza—. Escribe en el móvil.

—Como te odio, Cav—admití, sacando mi móvil.

Abrí la aplicación de notas y me quedé completamente en blanco.

Llevo como cinco o cuatro años sin escribir, no va a ser fácil ahora escribir así de golpe.

—Esto es mala idea—negué, queriendo apagar el móvil pero Carter detuvo mi mano.

—Nuestra historia—susurró—¿No te parece una historia digna de ser plasmada en papel?

—¿Y como mierda escribo nuestra historia?

—No lo sé, escríbela como si quisieras que yo me acuerde de ella—propuso.

—Es que quiero que tú te acuerdes de ella.

—Pues mejor, escribe como si fuera una carta para mí.

—Vale—asentí acomodándome mejor en la silla y observando la página vacía por ahora.

Carter Cavalier.
Nueva York.

Me alegraba verla tan feliz y tranquila haciendo algo que al principio se negaba a intentar de nuevo.

Pero si ella ya no estaba nerviosa yo estaba que explotaba de lo tenso y nervioso que estaba.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora