8. Dawn and sunset

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Bueno…

Resulta que la rebeldía la llevábamos en la sangre.

Literalmente nos colamos en una empresa y ahora mismo nos encontramos en el techo de esta observando el amanecer.

—¿Valió la pena ser rebeldes por un día?

—Sí—asentí observando maravillada los colores del cielo—te aseguro que valió la pena.

—La verdad es que si—asintió abrazándome por detrás y apoyando su mentón en mi hombro.

—¿Y si nos pillan?—cuestioné mordiéndome el labio—no quiero acabar en prisión.

—Nah, no te preocupes, terminaremos en un manicomio—contestó riendo.

—Podríamos tirarnos, eh—comenté mirando el borde.

La verdad es que era muy alto y en cualquier momento podría vomitar si tan solo me asomo.

—¿Tienes vértigo?—cuestionó extrañado.

—Que va—negué—solo que si me asomo al borde me caigo accidentalmente, eh.

—¿Porque suena a "si me asomo al borde me tiro"?

—Porque lo es—sonreí de manera angelical.

—Déjate de bromas de mal gusto, imbécil.

—Vale—eché la cabeza hacía atrás apoyándome en su pecho—. ¿Siempre te gusto ver el amanecer?

—Amanecer y atardecer—asintió—no me perdía ni uno.

—Me imagino—sonreí—. Carter de diez años esperando la puesta del sol—reí.

—¿Y tu?

—A mi me tranquiliza, no se porque—me encogí de hombros—. Me gusta ver cómo cambian los colores, cómo cambia de luminosidad a oscuridad o al revés.

—Me gusta como ves la vida—susurró.

—A mi me gustas tú—sonreí al ver claramente como se ruborizaba—. Aww, te vas a sonrojar.

—Eso no es verdad—negó aclarándose la garganta.

—Aww, das ternura—pellizque la punta de su nariz haciéndole reír.

—¿Volvemos a casa?—cuestionó descansando su mentón nuevamente en mi hombro.

—Sí, hay que dormir—asentí deshaciendo el abrazo para tomar su mano y arrastrarlo conmigo hacia la escalera de emergencia por la que subimos.

—¿Y si nos tiramos?—sugirió.

—No, necesitas recordarme primero y allí si quieres recreamos Romeo y Julieta.

Iu, no me gusta—arrugo la nariz negando con la cabeza.

—Pues mantén la boca cerrada.

—¿Pero en serio recrear Romeo y Julieta?—me seguía mirando con el ceño fruncido.

—Contigo quiero recrear Cincuenta sombras de Grey, ¿No te jode?—bufé aún tirando de su mano.

—Me parece muy machista—negó.

—¡Era sarcasmo, Carter! ¡No vamos a recrear nada!—exclamé.

—Recrear no, crear si—aseguró esbozando una maliciosa sonrisa.

—¿Qué? ¿Quieres que escribamos nuestro propio libro?

—Sé que de pequeña te gustaba escribir, Evelyn—se encogió de hombros y ambos bajamos de un salto de las escaleras.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora