1. One by one

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Entre jodido y jodido creo que estoy jodido.

A ver, ¿a quién se le ocurre descuidarse tan solo cinco microsegundos y encima terminar secuestrado?

Sí, a Aiden Walter.

—Oye, Walter—Nyx me observó detenidamente.

—Dime.

—¿Estás seguro de que saldremos de aquí?—cuestionó mirando hacia arriba.

—Por supuesto que sí—asentí tratando de deshacerme de los nudos que mantenían mis muñecas atadas.

Era una jodida misión imposible, llevábamos más de un mes teniendo la misma conversación y tratando de deshacernos de los nudos que mantenían nuestras muñecas inmóviles.

Incluso perdí la cuenta de los días que llevábamos ahí, pueden ser dos meses o quizá incluso dos años; nunca se sabe.

—Oye, cabeza huevo—llamé a uno de los guardias que seguramente estaba al otro lado de la puerta.

Nyx soltó una pequeña carcajada al escucharme.

—¡¡Cabeza huevo!!

—Ese no es mi nombre—el guardia interrumpió en la habitación con una pistola en la mano apuntándome a la frente.

Vaya, está gente es demasiado seria...

—Bueno, es que jamás me dijiste como te llamas—le recordé.

—Paul.

—Bien, Paul...—sonreí—¿Me dejas hacer una llamadita?

—Estas secuestrado no en un hotel cinco estrellas—bufó apoyándose en el marco de la puerta—. Dentro de poco Demon os aniquilará.

—Para ti...—Demon le pegó una patada en la parte trasera de la rodilla haciendo que el guardia caiga al suelo—soy el señor Kratt.

—Huh, la caída debió doler—opinó Nyx.

—Sile...

El llamado Paul estaba tratando de alcanzar su arma para dispararle a Nyx cuando Demon pisó su mano negando repetidas veces.

—Ellos son mis invitados, no podéis aplicar la violencia hacia ellos.

—Joder, habérselo dicho hace aproximadamente un mes—gruñí.

—Ahora, Paul—Demon sonrió—. Lárgate.

—Bien, señor Kratt—refunfuñó arrastrándose fuera del lugar.

Demon cerró la puerta de un patada y nos observó a ambos.

—Tú—me señaló—¿Qué tal se encuentra tu hermano?

—¿Cuál de ellos?

—¿Cuál de ellos?—repitió con pura confusión—. A ver, Walter... no sé como explicarte lo siguiente.

No, no, no, por favor que no les haya matado.

Por favor...

—¿Qué?

—Ah, es que prácticamente no tienes hermanos.

—¿Eh?

—Eres adoptado.

Abrí los ojos como platos fingiendo sorpresa.

—¡No me jodas!—solté—no lo sabía.

—El sarcasmo gotea de tus palabras, yo que tú tendría cuidado, Walter—su expresión cambió de inmediato a una de seriedad, pero a los dos microsegundos volvió a expandir su sonrisa—. Pero, no soy tú, así que no tengo porqué andarme con cuidado.

Un Beso LetalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora