9. La pelea.

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I knew you were

You were gonna come to me

And here you are

But you better choose carefully

'Cause I, I'm capable of anything

Of anything and everything

Of anything and everything

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9. The Fight

Por un minuto, pensó que perdería la batalla

Sólo sesenta segundos su confianza había caído por la borda.

Y es que ella creía que los alfas  veían a aquella loba nueva y misteriosa. Pensó que no podrían descifrarla, que no serían capaz de ver algo más y se equivocó. Así como ella lo observó, Wyatt también lo había hecho. Había descubierto un punto sensible de Jessica: el apoyo de una manada que no era para ella; y lo usó en su contra. Mostró que la manada lo apoyaba a él y mientras él alimentaba su confianza con ello, la de ella cayó.

Había hablado con varios lobos, se había ganado la confianza de los más chicos, Wynter la quería un poco, pero, aun así, sabía que cada uno de ellos no dudarían en clavarle un puñal en el corazón por defender a Wyatt. Y le dolió, porque, alguna vez, ella estuvo desde el lugar de Wyatt. Le era terrible comparar su pasado con su presente.

Pero, como dije, aquella confianza solo cayó por un minuto, porque cuando la luz de la piedra lunar iluminó su rostro, cuando el viento golpeó su espalda descubierta, recordó absolutamente todo lo que vivió.

Un lobo nace para estar en manada y ella se convirtió en una loba solitaria por meses. Había y seguía guardando secretos a gente que no lo merecía, por ejemplo, Wynter; había gastado sus energías para estar bien, tuvo que dejar a su manada en el fondo de sus recuerdos, vivió en la sombras por un tiempo, se arrastró por lugares que nunca imaginó y sus noches fueron sumamente solitarias, y, lo más importante, se había enfrentado obstáculos peligrosos para pertenecer a una manada de nuevo.

Un estúpido lobo enamorado no le era rival. No dejaría que arruinara todo lo que había sacrificado.

Ella nació para ganar y así sería.

Aquella intimidación se convirtió en bronca, mucha bronca, la cual podría canalizarla en la batalla. Sin embargo, sería mucha ventaja de su parte, por lo que decidió tenerle un poco de compasión a Wyatt. Así que caminó por el bosque y cuando se aseguró que nadie se alertaría, se quitó los tapones de sus oídos y gritó. Gritó tanto que su garganta ardió. Y así, los niveles de furia bajaron... sólo un poco.

De pronto, escuchó como la rama de un árbol se quebró y un olor terrible impregnó su nariz. Alguien la había seguido.

Tan rápido como pudo, se puso la campera y volteó, buscando al culpable.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora