Epílogo

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Sometimes giving up is the strong thing

Somentme to run is the brave thing

Sometimes walking oit is the one thing 

that will find you the right thing

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¿Quieres que te cuente la parte bonita o lo real?

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¿Quieres que te cuente la parte bonita o lo real?

No sé para qué pregunto.

Si has llegado hasta aquí, puedes ver que nunca tuve pelos en la lengua para decir las cosas como son. Sí, por si aún no te has dado cuenta, soy yo, la loba misteriosa, la desconocida, la intimidante, la chica de campera de cuero o como me hice llamar una vez, una loba extraordinariamente especial. Por si te faltan unos cuantos tornillos, seré más clara, soy Jessica y solo Jessica ¿Más precisión? Soy Jessica Elizabeth Wolfmeyer.

Apuesto que quieres saber que ha pasado en estos dos, tres... seis años. Pasó de todos, fue como una montaña rusa, de esas peligrosas y que te dejan helado. Al principio fue todo cuesta arriba, tranquilo, esperanzador... pero, de pronto, llegó la bajada y, aun a mí que nada logra asustarme fácilmente, me dejó temblando.

Me encantaría decirte que no es cierto, pero dejé los secretos y mentiras hace años... ya sabes, no me fue bien escondiendo ciertas cosas de mí. La cuestión es que, en algún momento, todo se puso tan complicado que dudé de mis decisiones, de mis relaciones.

El inicio del primer año fue tranquilo, bueno, tanto como puede ser para unos lobos. A mí se me hizo fácil adaptarme a los cambios, pero para Wyatt y Wynter... vaya que si se les hizo difícil. El estrés universitario, las tareas, el dinero —ambos querían vivir de sus propios ingresos y no de la plata que mi familia me había dejado—, los compañeros irritantes, todo en algún momento los sobrepasó. Al principio fueron discusiones tontas, ya sabes, cosas como quien usaba el baño primero, a quien le tocaba lavar los platos, etcétera... Eran cuestiones que podía soportar simulando no escucharlos mientras tomaba café o algo más... Pero la situación fue escalando y llegaron los meses en los que discutían tan feo que a veces Wynter abandonaba la cabaña... a veces los dos se iban pues se molestaban por quien tenía la palabra final, dejándome sola en la cabaña. Las primeras veces en que quedaba sola, las aproveché para estudiar, pero llegó el punto en que ni las hojas callaban la soledad que me asechaba, por lo que iba a buscarlos y hacia que arreglaran las cosas.

—Vamos a hacer un cronograma, así evitamos estás cuestiones ¿Okey? —les dije, luego de llenar una mesa de comida para cautivar sus estómagos.

Pero fue un error solucionar esas problemáticas yo, porque a las semanas volvían con sus discusiones, las cuales bajaron el rendimiento académico de los dos, las cuales empeoraron su temperamento.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora