Capítulo 52

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I came in like a wrecking ball
I never hit so hard in love
All I wanted was to break your walls
All you ever did was wreck me

I came in like a wrecking ballI never hit so hard in loveAll I wanted was to break your wallsAll you ever did was wreck me

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52. And eye for an eye

Ninguno supo reaccionar a tiempo a las últimas palabras de Jessica. Y, cuando quisieron hacerlo, una parte de ella había sido liberada y nadie podría frenarla.

—¿Tenías que hacer lo necesario para tu gente, A-lan?

Ladeó la cabeza con una sonrisa peculiar en labios, una que no enamoraba a nadie, sino todo lo contrario. ¿Una expresión típica de enojo? No, eso no transmitía ni el diez por ciento del miedo que transmitió esa sonrisa que le dedicó al extraterrestre.

—Yo también tenía que hacerlo —murmuró, acercándose a pasos lentos—. Debería haber dejado que mis mayores te mataran por estar cerca de la piedra. —Un puño, un fuerte puño causó un ardor en todo el rostro de A-lan—. Tenía que haber mantenido la cabeza en alto, dejar que acabaran con tu vida y yo podría seguir en paz con los míos.

Al recibir el primer golpe, A-spen y A-li intentaron ayudarlo, pero Nicolás había hecho de las suyas, capturándolas de nuevo en esa jaula con sus poderes.

—Jessica —Zed la llamó, pero ella ya no escuchaba a nadie.

—Y, entonces, mis hermanas se apiadaron de tu estúpido ser y tú...

Le dio una patada tan potente que logró que el cuerpo de A-lan voló hasta caer sobre los pies de Addison, quien salió de su casa al escuchar todo el escándalo.

—¿Qué está pasando?

—Dile, A-lan. Cuéntale a ella, a quien dice ser tu gente, cuéntale lo que has hecho —retó mientras volvía a caminar hacia ellos.

El cielo gritaba furia. Y es qué, si una vez la lluvia de estrellas se hizo común en Seabrook, esa noche los truenos y rayos opacaron por completo el protagonismo que solían tener aquellos meteros que iluminaban los cielos. Aquel lugar ya no parecía Seabrook y es que entre tanta tiniebla los colores quedaron en el olvido.

—¡Jessica, detente! —ordenó la ex peliblanca. Wolfmeyer se rio en su cara.

—Ay, Addison...Es hora de que sepas que no siempre la gente harás lo que quieres.

—Willa, Wyatt, deténganla —dijo en un afán de proteger al extraterrestre.

Pero los hermanos sabían que, aunque quisieran, no podrían hacer nada. Jessica estaba enojada y con ello nadie podía. Sin embargo, en el fondo, uno de ellos intentaba saber si era lo correcto quedarse inmóvil y no buscar otra solución... otro pensaba en lo peligroso que sería aquellas acciones para ella, buscaba la manera de protegerla, pues temía de esa combinación de colores y sentimientos en su mirada.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora