Capítulo 58

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And I wanna cry, I wanna learn to love
But all my tears have been used up

And I wanna cry, I wanna learn to loveBut all my tears have been used up

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58.  Seabrook forgets, I can't.

Se encogió sobre su lugar, escondiéndose de todos, camuflándose con la estatua y cerró sus ojos con fuerzas.

Esto es un mal sueño, una pesadilla... se repitió, pero sus brazos aun ardían y si existía dolor es porque estaba en la realidad. Se tapó los oídos, mas las voces retumbaban en sus oídos como si fueran dichas por megáfono.

Hablaban de lo grandiosamente imperfecto que era Seabrook. Decían que esa ciudad pastel era su Utopía, que la ciudad donde ella había decidido quedarse ahora era su hogar. Sus garras volvieron a clavarse en las palmas de sus manos.

—Pero Seabrook no es un lugar perfecto —escuchó que dijo Bree y ella coincidía totalmente, sobre todo con ellos ahí.

—No lo es —concordó A-spen—. Es confuso., emocional...

Jessica espió con sutileza y logró ver como Willa le guiñó al alienígena, quien sonreía en grande.

—Y con sorpresas —añadió su colíder, su amiga, su cuñada...

Todo le daba vueltas y, lo que un día imaginó, esa noche se confirmó, pues algo le decía que el corazón de esa loba empezaba a latir en diferente sincronía. Debía alegrarse, claro que debía, pero... ¿Justo con A-spen? ¿Justo con quien compartía lazos sanguíneos con A-lan? ¿Justo un alíen?

No le hacía frío, pero temblaba, temblaba y mucho. Debía correr de allí, quería esconderse de nuevo, quería borrar cada maldito recuerdo que la atormentaba, quería eliminar a A-lan de esa ciudad, pero era imposible.

—Oigan —escuchó hablar a A-spen—. No sé mucho de sentimientos, pero creo que le debo una disculpa a todos por lo que pasó en las últimas semanas... Arruinamos todo.

—Tranquilos, no pasa nada. Siempre podemos comenzar de nuevo —escuchó contestar a uno, pero ni siquiera quiso saber quién era, pero no había culpa, ni remordimiento, ni calma en su voz ¿Cómo haberlo? Era un simple nativo de Seabrook que no había perdido nada, con poca memoria y, claramente, con poca empatía hacia la alfa de una manada que cayó.

Muchos apoyaron a aquella persona, mientras ella se hundía entre sus propios brazos. Volvió a espiar y pudo notar que su novio la buscaba con la mirada, pero ella no quería que la viera, porque ¿Qué le diría entonces? ¿Cómo podría mirarlo a los ojos sabiendo todos los amargos sentimientos que comían sus decisiones?

—¡Fiesta! —gritaron antes de hacer volar las túnicas e ingresar al lugar.

Tal vez estaba loca o tal vez ya no era consciente de sus acciones, pero los siguió. Todos se veían muy felices en aquella fiesta, pero ella observaba sola desde el segundo piso del lugar. Addison y Zed empezaron a cantar una canción y, por lo que pudo escuchar, hablaba que los aspectos positivos del cambio y de lo diferente, era una canción tan bonita que ella no pudo disfrutar.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora