10. Un secreto para dos

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I'm better, so much better now
Look to the skies, gives me life, we're together now

I'm better, so much better nowLook to the skies, gives me life, we're together now

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10. A secret for two.

Había aguantado tanto, pero, aun así, unas cuantas horas se le hicieron eternas. 

Sólo tenía que esperar a que la dichosa humana llegase, pero, claramente, estaría dormida tras la fiesta. Por lo que debía esperar que la princesa se levantara del profundo sueño.

Abandonó la cueva, intentando recordar cómo se sentía tener una piedra propia, no tener que reprimirse, soltar su lobo cuando ella lo quisiese y no solo cuando lo necesitase. Anhelaba tener ese collar cuanto antes.

Las horas pasaron y muchos de los lobos estaban en la zona central de Seabrook, seguramente bien dormidos y alimentados, pero ella no, apenas había logrado dormir a las orillas del lago, apoyada en un árbol; también estaba hambrienta.

—Te estaba esperando, forastera.

No hacía falta decir de quien había venido ese saludo tan amigable. 

—Yo también te extrañé, Willa. –Sonrió, restando importancia a su comentario. Grande fue su sorpresa cuando ella le entregó, no tan amigablemente, un plato de comida —. Está envenenado ¿No es así?

—Déjate de bromas o te lo aventaré en la cara.

Jessica se encogió de hombros y probó un bocado. Al instante le invadieron las ganas de vomitar, pero se esforzó para tragar.

–¿Qué es esto? —preguntó, asqueada—. Sabe a zapato de gimnasia.

—Es cerebro enlatado hecho de coliflor —contestó, analizándola.

—Es un asco —dijo, tomando toda el agua posible—. Es lo más horripilante que he comido en toda mi vi...

—Lo hizo él. —Señaló a un lobo preadolescente que estaba a unos metros—. Es alguien que ama la cocina y que te lo hizo para darte la bienvenida. Mencionó algo de que le caíste muy bien.

—Oh... pues, entonces, creo que no está tan mal, sino que es algo... nuevo para mi paladar. —Se metió otro bocado en la boca–. Sip, no está mal.

Willa quiso reírse en su cara, pero no lo hizo. Arruinaría su fama de chica seria si así lo hacía. Sin embargo, ante todo pronosticó, ella quitó el plato y lo remplazó por un sándwich de jamón y queso.

—¡Oye! En serio no está mal, dámelo —volvió a agarrar el plato de cerebro, dispuesta a terminarlo, sin apartar la mirada del niño.

—No lo hizo ningún lobo, me lo dio el novio de Addison.

Instantáneamente, escupió hasta la más mínima migaja, como si estuviese envenenada.

–A ver, Willa. Está bien que no te caiga bien, pero si crees que te chuparé el hocico para cambiar aquello, estas completamente equivoc...

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora