Capítulo 40

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Don't listen to the voice
inside your head
You're doing just fine
You're trying your best
If no one ever told you
it's all gonna be okay

Don't listen to the voiceinside your headYou're doing just fineYou're trying your bestIf no one ever told youit's all gonna be okay

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40.I'm fine

La patrulla Z rodeó a los azulados, los cuales ni siquiera se inmutaron. Sin embargo, fue Zed quien dio el primer paso. Apoyó su mano en el hombre de Jessica antes de ponerse delante de ella y sacar su lado. La loba, sorprendentemente, no dijo nada y lo dejó avanzar.

Que Zed activara su zombie banda provocó que otros también lo hicieran y que los lobos mostraran sus colmillos. El zombie se acercó a los tres Aliens que revisaron la nave estrellada y estuvo a punto de atacarlos hasta que Addison lo frenó.

—¡¡¡Zed, no!!! —gritó Addison, arrastrándolo hacia atrás—. ¡¡¡Suficiente!!!

Los zombies se calmaron, pero los lobos no dieron el brazo a torcer, ya habían perdido su piedra lunar una vez, y uno de sus miembros perdió a una manada, no iban a calmarse cuando unos seres de otros planetas bajaron e hicieron destrozos en la ciudad.

Siendo guiados por el estilo de Willa, iban a atacar primero. Sin embargo, un leve murmullo los hizo frenar.

—Lykensens...—Jessica llamó a los hermanos en un hilo de voz antes de perder el equilibrio. Sus rodillas chocaron contra el suelo, pero no le importó aquellos posibles raspones, Jessica no dejaba de ver sus manos, intentando poder respirar.

—¡Jessica! —Willa, quien estaba más cerca, se agachó a ver que le pasaba. Se preocupó al ver que sus labios estaban secos y su expresión demostraba dolor ¡Jessica nunca dejaba ver que algo le dolía!

Wyatt llegó a los pocos segundos y no dudó ni un segundo en volver a colocarle su collar. Al instante, Jessica pareció sentirse mejor... dentro de lo que cabía.

—Ups —expresó uno de los lideres azules, tragando saliva—. Parece que nuestra llegada provocó una pequeña y destructiva descarga de energía.

Parece que estos enfadados seres no nos darán lo más preciado que tienen —pensó A-li.

—Habrá que explicar nuestra sin revelar nuestra misión —concordó A-spen.

Mientras algunos de los humanos se fijaban en la loba herida, los tres aliens buscaron con la mirada cualquier excusa para justificar su llegada. Como si el universo los amara, un panfleto voló hacia ellos. Sonrieron al leer el papel.

—¡Estoy bien, maldita sea! —gritó Jessica, alejándose de los adolescentes que, inútilmente, insistían en controlar si tenía fiebre o en si se le había bajado la presión. Tomó de la mano a su novio y lo alejó también.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora