Capítulo 32

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And I know it's kinda selfish but
It's not my choice to leave
'Cause I wish I could stay
But it's more of a need

And I know it's kinda selfish butIt's not my choice to leave'Cause I wish I could stayBut it's more of a need

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32. I love you...

Sus labios se movían con una desesperación inimaginable, completamente hambrientos uno del otro. No deseaban separarse, no querían terminar con aquel momento intimo entre los dos.

—Por favor, dime la verdad —suplicó él con la respiración agitada, nublado por todos aquellos sentimientos. Sus manos seguían aferradas a la cintura de Jessica.

—Por favor, no hablemos... hagamos lo que sea, pero no hablemos —murmuró ella, descansando su cabeza en el pecho de él—. Estemos bien, solo por un rato más.

—Solo dímelo a mí, no importa lo que sea, Jessica —susurró en su oído—. Tan solo dímelo y te entenderé y te acompañaré y te defenderé de quien sea si es necesario, pero dímelo.

—¿Y si no hay nada que defender?

Su voz había salido casi inaudible, como si realmente le doliera o temiera hablar de ello, como si ella no fuera inocente de nada, como si en vez de la víctima fuera la victimaria.

—Te escucharía y te ayudaría a esconder aquello.

—No lo harías —negó, porqué sabía que era verdad.

—No puedes saberlo.

—Lo sé, porque ni siquiera yo lo haría.

«Jessica preferiría desaparecer antes que perdonarse cada mínimo error»

¿Debía confiar en las palabras de Nicolás? No lo sabía.

—Pero no soy tú, Jessica.

—Lo sé, sería mucho más fácil si fuera así.

Ella levantó la cabeza, uniendo sus miradas. Se sentían como si estuvieran en la cornisa de un profundo abismo. No sabían si saltar, arriesgarlo todo y volar; saltar uno y salvar al otro; o retroceder y fingir estar bien, aguantando el intenso dolor y terminar de llenar aquel dique que estaba a punto de desbordar. Lo que nunca... lo que ellos nunca permitirían, era que el otro cayera, los dos estaban dispuestos a caer primero para amortiguar cualquier golpe.

Antes de que la puerta pudiera abrirse, se separaron de golpe y más de dos metros de distancia los separó. La puerta se abrió de repente y Nicolás y Wynter entraron por ella.

—Está habitación es perfecta —exclamó el brujo, analizando cada detalle—. Puedes dejar mis cosas allí, Wynter. Si puedes dejar la bolsa de dormir lo más lejos de la cama, te lo agradecería.

Mientras él revisaba cada mueble de Wyatt, Wynter se ocupaba de hacerle señas a su amigo. Sin embargo, el alfa no entendía por qué Wynter se tocaba la barbilla con desespero.

𝓜𝓲𝓮𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓢𝓲𝓰𝓪 𝓑𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓷𝓭𝓸 -Wyatt LykensenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora