-Capítulo 29-

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DÍA 3
···
DOURYN

ABIGAIL

No entendía nada. La cabeza le daba vueltas. No tenía claro ni el tiempo que llevaba dando vueltas. La luna, tras ella hablar con El Sabio, había aparecido y la chica se había quedado pensando en todo. No había dormido absolutamente nada.

Tras salir de la casa del Sabio, organizó toda la información e intento procesarla. Abigail había imaginado muchas formas en las que su hermano podría haber muerto, ¿pero pensar que literalmente había muerto por amor? No, eso ni se le había pasado por la mente.

La noche había pasado, por lo que ya estaba en el tercer día. Dos días para acabar con aquella pesadilla.

Abigail anda hacia un bosque y llega hasta una zona helada repleta de árboles nevados y congelados.

En Douryn solía nevar mucho y las temperaturas no eran precisamente cálidas, por eso mismo Douryn se conocía como El Reino Blanco.

La chica camina y de repente llega hasta una zona despejada de árboles. Se queda allí, en el límite entre la frondosidad del bosque y la claridad del campo. Las manos le tiemblan, apenas tiene fuerzas para seguir sujetando la espada, así que la deja caer. Al igual que ha hecho con el arma, ella también cae y se permite llorar. Se siente insuficiente, incapaz y muy débil. Ha intentado de todas las formas posibles sentirse capaz de ganar, pero no lo ha logrado. Intentó aumentar su nivel de defensa y fracasó, intentó entender algo de todo aquello y las respuestas le parecieron una completa locura.

Abigail se pega puñetazos en las rodillas sabiendo que desde el principio ella supo que no iba a ser capaz. Lo intentó pero no lo logró.

Y Abigail toma la decisión. Se gira mira los árboles que quedan detrás suya. Estaban tan congelados que caían estalactitas. La chica lo ve claro. Aquello tiene la punta lo suficientemente afilada como para penetrar en su cuerpo y acabar con ella.

La chica se levanta y se dirige hacia el lugar. Toca el hielo y lo acaricia. Aquello le hará desaparecer. Abigail arranca la estalactita y, sin pensarlo, se tumba sobre el frío suelo y se prepara para su final.

-Sarah, te quiero mucho, pero no puedo más... Esto me está matando. -Abigail acerca la punta de hielo a su pecho, en la zona del corazón, y cierra los ojos. Sólo tiene que bajarlo un poco y todo ocurrirá. Pero escucha algo que le detiene. La chica abre los ojos y mira hacia la izquierda.- ¿Qué?...

Lo que ve la deja sorprendida. Abigail deja el hielo a un lado y se sienta. Mira al animal con detenimiento y éste no se mueve en ningún momento. La joven se coloca de rodillas y extiende la mano hacia el animal. El lobo, igual de blanco que la nieve, se acerca a la mano y apoya su cabeza para que Abigail se la acaricie. La chica no lo duda y lo hace. Acaricia el suave pelo del animal y éste cada vez se acerca más hasta que está totalmente apoyado contra la chica. La joven acaricia al animal.

Abigail no sabe cómo, pero ha acabado allí tumbada, en el mismo sitio en el que acaba con su vida, junto al majestuoso animal. Abigail le cuenta todos sus problemas y se desahoga. El lobo no la entiende, pero aún así no deja de mirarla. La apoya y le da las fuerzas necesarias como para entender que debe luchar hasta el final.

Tras encontrar el amor y la atención que nunca antes le había dado nadie, Abigail acaba por dormirse junto al lobo. Al día siguiente despertará y él ya no estará junto a ella.

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