-Capítulo 21-

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DÍA 1
···
BRIWETH

WANNEY

Y en ese mismo instante se acordó. Apenas había empezado el día, aún tenía tiempo de estar allí, en su hogar. Wanney recorre toda la casa en busca de aquello. Si lo encontraba tendría algo que le hiciera sentirse segura. Lo encontraría, estaba segura. La chica mira por los cajones de la cocina, pero solo encuentra cosas sin utilidad alguna ahora que ya nadie iba a ocupar aquel lugar.

Wanney probablemente no volvería.

Cuando se da por vencida decide buscar por otro lugar. Lo tenía que encontrar sí o sí. Bajo el sofá no estaba, entre los cojines tampoco, por los estantes menos aún... ¿Dónde estaría? Su madre era tan precavida que seguramente busco un buen lugar para esconder el valioso objeto. En verdad no era tan valioso, no estaba hecho de ningún material importante y nadie querría aquello, pero Wanney sí. Era el único recuerdo de su madre que le quedaba. Recuerda que lo dejó en casa antes de irse a los juegos, así que debe de estar por allí. Wanney busca por todos los rincones de la casa y nada. El dichoso collar no aparecía. Era posiblemente el objeto con más significado para su madre, por lo que se había tomado su tiempo para guardarlo y que nadie lo pudiera encontrar, pero la joven lo necesitaba. Su corazón lo necesitaba.

Wanney se desespera. Se sienta en el sofá, ya revuelto tras la inspección, y se para a pensar. Si no estaba en ningún sitio de la casa, ¿dónde podía estar?

Y lo recuerda.

Allí estaba.

En aquel lugar.

Wanney camina hasta la habitación que pertenecía a sus padres y se agacha junto a la mesita de su madre. Abre lentamente el cajón y lo ve. Allí, en el espacio que quedaba entre el cajón y la parte inferior de la mesita, se encontraba el collar. La chica lo agarra con delicadeza y se sienta en el suelo exhausta. Coloca el objeto sobre la palma de su mano izquierda y lo observa. Conservaba el brillo de siempre. No se había oscurecido ni había sufrido ningún golpe. Lo tenía por fin con ella, a salvo. Wanney se coloca el collar, dejando que toque su piel. Acaricia el corazón, que ahora ya le pertenecía, y recuerda todos los momentos. Los días que pasaba con su madre, las risas, las canciones que cantaban, las historias que le contaba mientras se dormía... Nada de aquello se repetiría. La echaba de menos, cada momento, pero debía superarla. Wanney sabe que nunca lo conseguirá. Ni la muerte de su madre y la de su padre saldrán de su mente. Lo recordará cada día hasta que muera.

Wanney se levanta y se mira en el espejo de la habitación en la que se encontraba. Aquel día no sé veía especialmente bien. Tenía ojeras, los ojos rojos de tanto llorar y el pelo enredado. Todo aquello la tenía agotada. Wanney se intenta arreglar el pelo, pero los enredos son más complicados de lo que ella pensaba y para. Si ya está en ese estado el primer día no quiere saber cómo estará el último, si es que llega.

En verdad la chica no sabe qué es mejor. ¿Lucha por su vida para luego volver y estar sola o regresa con sus padres para estar por fin todos juntos? Era una difícil decisión. Ella quería saber qué pasaría si gana los juegos, pero no quiere volver a Briweth y encontrarse con el sentimiento de no tener a nadie. Ella esperaba tener la esperanza de que cuando volviera su padre la estaría esperando, pero aquello ya era imposible. No la esperaría nadie.

Wanney camina y sale fuera de la casa. Ve la situación en la que se encuentra el reino y se sorprende. Nadie por las calles. La chica decide que quedarse allí es una completa tontería así que se dirige hasta el lago. Ya allí se sienta en la orilla y se pone a jugar con su hacha tirándola hacia arriba y cogiéndola cuando caía. No sabe qué hacer, está perdida. Sí, tiene un objetivo, pero después de todo lo que le había pasado ya no sabía si quería hacerlo. La muerte le había acompañado demasiado tiempo, no quería volver a verla matando a alguien. Debía hacerlo, pero cuando estuviera recuperada. La chica se inclina y toca con sus dedos el agua. Estaba fría, pero ya ni eso le importaba. Estaba sola, y eso es lo único que rondaba por su mente.

-¿Qué tal lo llevas Wanney?

La joven se gira hacia su derecha y ve a su padre allí, agachado, esperando a que su hija le contestara.

-Bien papá, os echo mucho de menos a los dos... Os necesito más que nunca.

-Lo vas a lograr hija.

A Wanney se le parte el corazón. Recordar la voz de su madre es algo que siempre hacia, pero en ese momento le había dolido más que nunca. Ver a sus padres juntos era tan... Tan... No sabía describir lo que sentía. Aquello sólo existía en su mente, pero aún así era algo especial. Algo que no volvería a pasar nunca.

-Necesito vuestros abrazos, vuestro apoyo... Yo sola no puedo con tanto...

Anastasia se acerca a su hija y se sienta junto a ella. Le acaricia el pelo y luego baja al rostro sin apartar la mirada de los ojos de la joven. Mientras que madre e hija compartían aquel momento, Vernon da la vuelta y se coloca igual que su mujer pero en el lado contrario. Le pasa el brazo por los hombros a su hija y le da un ligero beso en la cabeza.

-Te queremos muchísimo hija. Lucha por esto, gana por nosotros y consigue que todos te respeten. Hazlo, nosotros confiamos en ti.

Y después de darse un abrazo todos juntos, Wanney sintió de nuevo las ganas de seguir adelante y decidió hacerlo. Ganará por ellos.

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