Capítulo doce

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Al llegar a su casa, Porchay se bajó de la moto y aún temblando esperó a que Kim lo hiciera también.

-Lo si-siento-dijo mirando al suelo.

El escolta se quitó el casco y resopló con la cara desencajada.

-Ande, venga aquí.

Tras decir eso, el menor vio como este levantó sus brazos y le quitó el casco.

-Todo está bien, ande...suba y haga los deberes.

De los ojos del joven moreno brotaron numerosas lágrimas y no solo por todo lo que había pasado, sino porque además, al fin había sucedido ese gesto de atención entre ellos, el cual tanto había envidiado de Porcshe y Kinn.

-Lo siento mucho, fui un idiota- volvió a hablar el más joven muy apenado.

-Ha sido mi culpa, yo debí llegar más rápido. Ande vaya ya.

-No, no es tu culpa- negó Porchay tirando su mochila al suelo-Fui yo quién se escapó del instituto y quién se puso en peligro y...

-Oiga, yo soy su guardaespaldas-le interrumpió Kim rápidamente-mi deber es protegerlo y evitar que sucedan estas cosas.

-Pero tú creías que estaría en clase como siempre. Yo fui quién se escapó y no cumplió con su deber.

-Mire, eso ya no importa. Además se defendió bien y logramos escapar.

El joven moreno suspiró profundamente.

-Seguro que mi padre ya se habrá enterado. Me castigará duro pero no me importa. Me preocupa lo que pueda hacerte a ti.

-No se preocupe por mi-el guarespaldas le guiñó un ojo para quitarle seriedad al momento- asumiré toda la responsabilidad.

-No, no pero no es justo. Fui yo quién falló- insistió Porchay.

-Lo que importa es que está aquí, sano y salvo. Lo demás no importa, olvidelo.

El más joven recogió su mochila y miró a este con determinación.

-Hablaré con mi padre. No me importa si me pega y me encierra durante el resto de mi vida. No puedo permitir que te eche de aquí, no me lo perdonaría.

-No, no lo haga-Kim miró a este a los ojos pero esta vez no hubo enfado sino más bien tristeza y preocupación-No lo haga, no se exponga así.

-Si lo haré.

-Oiga, yo debí estar más alerta y comprobar el perímetro mucho mejor. Esos tipos no han aparecido hoy por casualidad. Si su padre no me echa, lo justo es que yo renuncie.

El joven moreno dio un paso adelante y en un acto desesperado se abrazó a su escolta.

-No quiero que te vayas, Kim ¿Cómo voy a vivir sin ti?

Porchay se sintió todavía peor pues se había dado cuenta entonces de que su escapada podía propiciar que su guardaespaldas y el de su hermano perdieran el trabajo y jamás volvería a verlo.

-Le pediré a mi padre que no te eche, no puedes irte

-No, no le pida nada. No se preocupe encontraré trabajo en otro lado.

-Si me preocupo, porque no quiero que me pongan otro guardaespaldas- protestó el más joven-Quiero que solo tú me cuides.

El escolta suspiró con resignación y a continuación separó a su protegido para luego empujarlo para que entrara en la casa.

-Ande, suba a su habitación y haga sus deberes, antes de que sus padres lleguen a casa y lo regañen por eso también.

Porchay obedeció a regañadientes, mientras que el guardaespaldas se fue a su habitación, donde comenzó a meter su ropa de nuevo en su petate.

Sabía que su estancia allí se había terminado y aunque en un principio no le había hecho ninguna gracia, día a día le había cogido el gusto a ser el guardaespaldas del lindo niño rico, quién probablemente nunca más volvería a ver.

Temía el enfado del mafioso y esperaba que no lo matase o la tomase con sus hermanos y su negocio, por ello debía pensar muy bien lo que diría para apelar a la piedad de este.

-Maldita sea...maldita, maldita sea.

Poco después de haber terminado de guardar sus cosas, este se sentó al borde de la cama y lleno de frustración metió su cabeza entre sus brazos.

-Hey, ¿Qué haces aquí?, ¿Por qué has guardado tu ropa?- escuchó preguntar a su hermano, quién acababa de llegar con el moreno mayor de la universidad y venía para darse una ducha.

Kim levantó su rostro y lo miró.

-Me voy

-¿Có-Cómo que te vas?-El mayor se acercó incrédulo.

-Hace un rato casi se llevan a Porchay. Unos tipos lo abordaron cerca del instituto.

-¿Cómo qué cerca?, Sería dentro o a las puertas.

Kim negó.

-No, al parecer se escapó y regresaba con sus amigos de pasar el día por ahí.

Kinn sujetó su cabeza con ambas manos.

-Oh joder hermano, Tankhun va ha matarnos si no lo hace el señor Pond primero.

-Hablaré con él e intentaré que solo me afecte a mi. Fui yo quién cometió el error.

El mayor pensó en por un momento.

-A ver, en realidad tú no cometiste ningún error. Él se escapó burlando de la vigilancia de ese lugar y lograste llegar a tiempo para rescatarlo. Tú has cumplido con tu trabajo.

Kim negó de nuevo.

-Debí comprobar mejor el perímetro y esperar por un tiempo a verificar que se quedará dentro del instituto. Me confie demasiado.

-Hermano, tú no podías preveer que ese niño hiciera una cosa así.

-Pero es mi culpa, yo lo invité a hacerlo, ¿No lo ves?

Kinn suspiró y tocó los hombros de su hermano con ánimo de darle su apoyo.

-Tú no puedes sentirte responsable de los sentimientos de ese niño. No es tu culpa el no sentir lo mismo que él.

Kim lo miró con pesar y a continuación golpeó su petate, el cual cayó al suelo.

-Es que la cosa es que si lo siento, hermano. Ese niño me gusta, me gusta mucho. De hecho es la primera persona que me hace sentir querer tenerlo cerca y protegerlo, más allá de un deber o deseo sexual. Cada vez que lo tengo cerca me provoca besarlo y abrazarlo pero he tenido que fingir indiferencia para no complicar las cosas.

-Oh joder, Kim, ¿Por qué no me lo dijiste?

-¿Y de que hubiera servido?, ¿Qué habrías podido hacer tú?

-No lo sé- negó su hermano mayor- pero Porcshe no me ha hablado de otra cosa desde que descubrió que su hermano menor estaba enamorado de ti

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-No lo sé- negó su hermano mayor- pero Porcshe no me ha hablado de otra cosa desde que descubrió que su hermano menor estaba enamorado de ti. Quizás entre todos hubiéramos conseguido ocultarlo y que hubierais vivido vuestro amor.

Kim chasqueó la lengua con desgana.

-No hubiera durado mucho sin que su padre lo hubiera descubierto y entonces tú estarías fuera de aquí, Porchay en un internado en el extranjero y yo en el fondo del océano, con una piedra atada al cuello.
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4. KimPorchay: Guardaespaldas de un niño rico (KinnPorsche) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora