Capítulo dieciocho

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La mañana siguiente a la escapada de Porcshe, se sintió muy extraña para algunos de los habitantes de la casona Kittisawasd.

Mientras que Pond y Koney se levantaron todavía molestos, sus hijos no lo hicieron por distintas razones.

Porcshe porque tenía una resaca monumental y no podía con el gran dolor de cabeza y cuerpo que tenía.

Porchay por su parte, a pesar de haberse despertado, permaneció en su cama mirando su móvil y con toda la intención de hacer huelga antidispositivo de localización.

Kinn y Kim, se levantaron con la extraña sensación de que sus vidas tomarían un rumbo diferente, tras lo ocurrido en la noche anterior.

Ninguno de los dos había vuelto a hablar una sola palabra pues cuando el mayor había regresado a la habitación casi al amanecer, su hermano estaba dormido.

Lo cierto era que Kim había estado despierto durante muchísimo tiempo, luego de ver a Porchay salir de su habitación de lo más molesto.

Las últimas palabras que este le había dicho, lo habían llenado no solo de incertidumbre por las ocultas intenciones de este, sino porque había sentido el gran dolor que el menor había sentido al escuchar sus mentiras.

No era cierto que no le gustara su lindo protegido, lo cierto era que le encantaba pero no podía decirlo, ni demostrárselo y tampoco era verdad lo de las mujeres maduras pues aunque era bi, sus gustos sexuales siempre habían sido por chicas jovencitas, no más de veinticinco años.

Su hermano mayor, por su contra no había dormido nada y no solo porque su mente estuviera repleta de imágenes de las posibles distintas muertes que los mafiosos podrían inducirle, al enterarse de lo que había hecho con el primogénito de la familia, sino que además su mente no había dejado de asediarlo con el erótico recuerdo de su sexy y desnudo protegido.

Para su desgracia, desde la noche anterior, ya no solo tendría que lidiar con que Porcshe no notará que le parecía la criatura más guapa del mundo, sino además, había comprobado que este realmente era un Dios griego, con un perfecto cuerpo bajo toda la costosa ropa que usaba.

Durante la ducha que le había dado, no había podido evitar admirar furtivamente la perfecta delineación del moreno cuerpo de su protegido, mientras lo había escuchado soltar electrizantes gemidos, que habían hecho mella en su entrepierna, la cual inevitablemente había palpitado en el interior de su pantalón.

Mientras en el comedor, Pond y Koney, ya en la mesa para desayunar, terminaron por hablarse aunque no de muy buenas maneras.

...-¿Por qué no bajan los chicos?, Se les hace tarde para ir a sus clases.

-No creo que Porcshe lo haga

El cabeza de familia entonces resopló profundamente.

-Seguro volvió a emborracharse para variar

La mujer suspiró con pesar pues le dolía que su familia estuviera desmoronándose de ese modo.

-Pero... ¿Qué hay de Porchay?

-Seguramente estará por bajar. Puede que con la preocupación por su hermano, no se durmiera hasta muy tarde.

-Estos hijos tuyos cada día están peor educados- refunfuñó el cabeza de familia-Maldita la hora en la que te hice caso y no los mandé a un internado en el extranjero. Al menos allí los habrían educado estrictamente y no habrían salido tan mimados.

-Mis hijos no van ha irse a ninguna parte- contestó esta- no los vas a separar de mi, como mi padre hizo comigo y con mis hermanas. Mi madre se murió y no pudimos estar en su entierro.

4. KimPorchay: Guardaespaldas de un niño rico (KinnPorsche) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora