Capítulo cuarenta y cinco

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Tras su intento de suicidio, Porchay tuvo que compaginar sus visitas al psicólogo, con los estudios, los entrenamientos y sus momentos libres.

El profesional resultó ser un hombre mayor, de pelo canoso y aspecto cansado, sin embargo Pond había escuchado, que era el más cualificado para tratar con adolescentes con problemas.

Las sesiones comenzaron siendo de dos horas tres veces por semana pero tras valorar su estado, el hombre no vio necesario tanto tiempo pues no vio a Porchay tan mal.

Lo cierto era que eso se debía a que su situación amorosa, aunque peculiar, estaba en su mejor momento y eso era una gran cura para este.

El tiempo que el joven moreno pasaba con Tawan, cada vez fue más insignificante, además de que no prestaba atención a las cosas que este le decía pues tanto para Porchay, como para Kim, eran mucho más importantes sus momentos juntos.

El que Kim tuviera permitido subir a la habitación de su protegído durante el día, si este lo hacía y también el pasar la noche allí, con la intención de evitar que este se dañara nuevamente, les fue muy propicio para ocultarse y disfrutar de su amor

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El que Kim tuviera permitido subir a la habitación de su protegído durante el día, si este lo hacía y también el pasar la noche allí, con la intención de evitar que este se dañara nuevamente, les fue muy propicio para ocultarse y disfrutar de su amor.

Por ello, no les era nada difícil fingir ante los demás pues sabían que en cuanto volvieran a estar solos, podían permitirse permanecer tranquilamente en su particular burbuja de besos, caricias y sexo.

Finalmente, el día de la boda de Tay y Time llegó y toda la familia Kittisawasd con sus mejores galas acudieron al evento, junto con parte de la totalidad de sus guardaespaldas.

Repartidos en tres coches; en uno, Pond, Koney, Ken y Big, Kinn y Porcshe en otro y Porchay, Tawan y Kim en el último.

Todos llegaron al lugar donde se celebraría el enlace y el banquete, todo muy lujoso y rodeado de seguridad.

Unos novios realmente muy nerviosos se dieron el si quiero, se intercambiaron los anillos y firmaron el acta matrimonial, seguidos de sus testigos en un hermoso altar lleno de flores en medio de un amplio jardín repleto de guardaespaldas.

Unos novios realmente muy nerviosos se dieron el si quiero, se intercambiaron los anillos y firmaron el acta matrimonial, seguidos de sus testigos en un hermoso altar lleno de flores en medio de un amplio jardín repleto de guardaespaldas

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4. KimPorchay: Guardaespaldas de un niño rico (KinnPorsche) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora