Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]

Capítulo 5

Kiraz

—Deja. De. Reírte.

—Es un país libre.

—Eres un...

—Ojito con lo que me dirás, te recuerdo que ahora, definitivamente no tienes dónde quedarte y estás yendo conmigo, cosa que dijiste que no harías.

—No tengo opción —refuté cruzada de brazos.

—Cálmese, señorita—intervino Henry—, verá que no es tan malo.

—¿Tan? O sea que sí es malo.

—No es lo que quiso decir, ¿verdad que no era lo que quisiste decir?—preguntó el de ojos verdes.

Bufé y miré a Leo detenidamente, pero detenidamente su muñeca, o más bien...sus nudillos, y como siempre, no pude quedarme callada.

—¿Qué te pasó? —pregunté justo cuando el auto frenó.

Me miró confundido.

—En la mano—señalé.

—Ah, eso—carraspeó—. Nada.

Henry negó con una sonrisa en los labios, como si le resultase gracioso aquello, a mí no, no me gustaban los golpes.

Entramos a su hogar, o como él lo llamó segundos atrás a su humilde hogar.

Leo fue a la cocina y yo me senté en el taburete del desayunador.

—¿Le dolió? En plan, ¿lloró?

—¿Disculpa? —se dio vuelta con el vaso lleno de agua en la mano.

—¿Te crees que soy idiota?

—La primera vez que te insultas. Vaya...

—Golpeaste a Matias—interrumpí—, por la manera que quedaron tus nudillos deduzco que fue en la cara, desgraciadamente no podría descifrar que parte—enchiné mis ojos.

—Menos mal—susurró.

—Pero estoy segura que le dolió.

—¿Te molesta?

—No debiste hacerlo, tienes que cuidar tu imagen, ¿recuerdas?

—Te dijo cosas horribles, Kiraz. —apretó sus dientes como si recordarlo le molestase.

—Y yo no me quedé atrás. ¿Tienes un botiquín?

—¿Para?

—Para jugar al veo veo. No me jodas, Leo, obvio para curarte, es lo mínimo que puedo hacer, ¿no? Yo no le ruego a nadie, si no quieres mi ayuda, allá tú —me encogí de hombros.

—En el servicio —dijo al fin—, en el mueble debajo del lavamanos.

Fui cuál niña pequeña, como si se tratase de una mismísima golosina. Regresé con lo necesario y comencé a curarlo.

—¿Estudiaste medicina?

«Ni siquiera acabé la escuela.»