Ahora sí, no pido perdón por mi sinceridad anteriormente. Así soy. Pero, aquí tienen más de la quejosa y el amargado.
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Kiraz
Ya pasó una semana de lo sucedido, y un mes desde que lo conocí.
En mi estadía aquí he aprendido que Leo es un pesado. Logré convencerlo de trabajar para él al menos una hora (lo cual me parecía poco teniendo en cuenta lo que había que hacer en ese inmenso lugar). Ahora solo tenía que volver con Angelique y Paul.
Si alguna vez Leo tuvo novia, me compadezco de ella, porque ¡Dios Santo! No me gustaba aquello, la última vez que alguien se comportó así conmigo…ambos terminamos mal. Y Leo estaba haciendo justamente eso, se estaba preocupando por mí, me cuidaba, y esa inquietud que me estuvo comiendo los últimos días, iba sacarlos a la luz.
—Henry ¿No es muy tarde? — le pregunté a mi único compañero luego de mirar la hora en mi móvil.
—¿Tarde para qué?
—Para que Leo venga—dije como si fuera obvio.
—Por lo general no llega a esta hora, y menos hoy.
—¿Por qué?
—No soy quien para hablar de ello—se encogió de hombros—. Supongo que algún día lo dirá.
—¿Y tú no deberías estar con él?
Él ríe mirando a otro lado antes de volver a mí.
—Me pidió que te cuidara, y es lo que haré.
—¿Me seguirás a todos lados?
—¿Qué idea pasa por tu cabeza, Kiraz? —pregunta al ver mis intenciones.
—Necesito ir a un lugar. Y es urgente, si vas a ser mi sombra, genial, pero quiero que sepas que ni tú ni nadie va a detenerme. Ya estoy bien, perfectamente capacitada para caminar y demás, así que, si no me ayudas, lo haré sola.
—¿Se puede saber qué es tan urgente que no puede esperar hasta mañana?
—No, no sé puede. Porfis.
Supongo que vio la súplica de mis ojos que terminó por ceder. Nada ni nadie iba a estropear mi visita, iba cuando podía, pero tenía dos fechas obligatorias en las que no podía faltar y ésta, era una.
—¿A dónde gusta ir su majestad? —bromea.
—Tú solo conduce, yo voy guiándote.
Cada que le indicaba el camino podía notar como su cuerpo iba tensándose, está claro que sabía dónde lo llevaría y por alguna extraña razón, él no quería.
—Permíteme ver si no hay monos en la costa—me frenó del brazo antes de que pudiera abrir la puerta para bajar.
Él descendió del vehículo y, literalmente, se fijó que el lugar estuviera vacío.
—Si elegí esta hora, Henry, era porque sabía que no habría nadie.
—¿Y que la trae por aquí sí puedo saber? —llevó sus manos juntas atrás de la espalda en lo que me seguía.
—Quería tomar un café mientras juego al solitario. El cementerio me parece una muy buena opción, ¿no crees?
—Creo que el sarcasmo es algo característico de usted—sonríe.
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Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]
Non-FictionEl amargado. La quejosa. Él con sus secretos. Ella con los suyos. Él con el ego por los cielos. Ella con millones de dudas. Y aún así, esta.....es su historia. © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extraer...