Capítulo 19

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Kiraz

—¿Se puede?

Me di vuelta encontrándome a Willy en la puerta.

—Pasa—sonreí.

—Si me gustaran los hombres, le daría duro—se apoyó en la mesada de la habitación.

—Willy—le tiré el trapo con el que estaba limpiando.

—¿Para qué te voy a mentir?

—¿Qué quieres?

—¿Volverás con él? En plan.... dejarás toda esta pendejada de quedarte aquí.

—Nani no me quiere mi ver y los señores Renner me aceptan, no veo el problema—seguí limpiando.

—Oh, sí, claro, permíteme que te lo diga—carraspeó—, quieres quedarte aquí porque estás huyendo como una mera cobarde, en vez de enfrentar las cosas.

—No tengo nada que enfrentar.

—¡Ya quédate quieta! —me detuvo.

—¿Qué?

—No lo admites por miedo a no sé qué. Pero si no sintieras algo por él, algo que vaya más allá de la amistad, no te habrías puesto tan mal como anoche.

—No...

—Ni se te ocurra decirme que estoy mintiendo, porque te juro, Kiraz, que lo vas a lamentar. Odio las mentiras y tú lo estarías haciendo, te estarías engañando a ti misma.

—Bueno y si así fuera ¿qué?, tiene novia, y yo no pongo los ojos en alguien que ya está en pareja.

—¿Él te dijo que era su novia? ¿O fueron tus suposiciones? Escuché como buen hermano que soy, dijo que era la ex, y tengo entendido de que no la pasaron bien—se da la vuelta—. Vuelve con él y deja de tener estos comportamientos tan inmaduros—acabó antes de cerrar la puerta y dejarme sola nuevamente.


¥¥¥


Acabada la hora de trabajo, decidí ir a lo de Leo porque sabía que llegaba tarde. Henry estaba abajo, cuando me vio, me dejó ingresar, supongo que Leo le había dicho que iría.

—No te quedaras, ¿cierto?

—No—dije con una leve sonrisa.

—Te llevo de nuevo a los Renner. Espero abajo, y no acepto un no como respuesta.

Él me dejó y subí a la recámara en busca de mis cosas, las pocas que me quedaban.

Sabía que no volvería, así que disfruté de la textura de los muebles, las sábanas. Recorrí con una sonrisa melancólica el resto de la vivienda, la sala, la cocina, incluso, la habitación de Leo.

Cuando abrí la puerta para irme, me encontré a una mujer pelirroja que sonreía, sonrisa que no tardó en esfumarse cuando me vio. Me estudió de pie a cabeza con asco y me empujó pasando por mi costado.

—¿Mi hijo?

—Si no sabe usted, ¿qué voy a saber yo? Con permiso.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora