Capítulo 32

345 22 3
                                    

Kiraz

—¡Leo! —no reconocí mi voz hasta que él ya estaba con la mano sangrando luego de cortarse.

—Carajo—profirió mirando la herida.

—¿Pero estás loco? —inspeccioné el lugar dañado.

—¿Quién demonios dejaría...? ¡Auch! —cerró sus ojos con fuerza.

—Es profunda —susurré para mí misma —. No es nada, exagerado—le dije y así intentar que se calmara, la palidez en su rostro me estaba preocupando—. Ven.

Lo ayude hasta llegar al sofá.

—No te me vayas a desmayar—amenacé a regañadientes.

—Es mucha sangre.

—Déjamelo a mí—levanté sus pies hasta colocarlos en el apoyabrazos y recuesto su cabeza con unas almohadas, iba a desmayarse.

—Kiraz...es mucha...

—Calma—le di un pequeño beso en los labios y me apresuré por el botiquín.

—No....yo....

Mis manos iban manchándose con sangre por intentar frenar en vano aquella herida.

—¡No, Mark, no! —gritaba—. No me dejes, por favor…no me dejes... ¡Abre los ojos, mierda!

—Permíteme—tomé su mano y comencé a limpiar. No me llevó mucho y no era tan profunda como creí, la sangre es lo que la volvió preocupante—. Ya está —sonreí conforme.

—Tengo frío, creo que me voy a morir—susurra.

—Cállate, no vas a morirte. O bueno sí —él arqueó una ceja, esperaba otro tipo de respuesta—, es decir…nacemos para morir ¿Comprendes?
—Eres pésima alentando. ¿Te lo han dicho?

Simplemente subí y bajé mis hombros. Me puse de pie sentándome con él y dejando su cabeza en mi falda. Poco a poco su rostro iba tomando color.

Acariciaba su cabello mirando fijamente el televisor. Ambos en silencio.

—¡Ey! —salgo de mi ensoñación cuando chupa uno de mis pezones por arriba del pijama de ceda—¿Qué te pasa, morboso?

—Lo siento—me mira con picardía—. Es que estaba ahí, muy accesible.

—Eres un asco. Creo que el momento de caricias ya acabó si te sientes tan bien como para hacer eso—protesté.

—¿Te has enojado?

—No.

—Lo has hecho—sonrió.

—¡Qué no, amargo! —me crucé de brazos. Hice el amague de ponerme en pie cuando me frenó tirándome nuevamente al sofá—Déjame.

—No—ensanchó su sonrisa. Me tomó de las muñecas llevándola hasta el respaldar del sofá.

—¿Qué haces? Puede venir Henry.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora